sábado, 31 de diciembre de 2011

Lo mejor de lo mejor de este blog.

meow dijo...

Sé que odias escribir en entradas antiguas. Violo con el presente los diarios muertos del pasado, y desordeno las páginas de las historias. Pero hoy no estás, y quizás tardes en encontrar esto. Espero que al leerlo estés sonriendo. Yo sonrío. Sonrío al pensar en que tú también querías a B.B., como la quisieron todos. Porque era rubia y francesa. Porque tenía unos ojos de gata que hasta yo le hubiese desgarrado la boca a mordiscos. Porque era felina, espectacular, magia. Apuesto a que lamiste su espalda. Sonrío al pensar en los recursos poéticos. En los lobos, en las lunas, en los gatos, en los celos. Que se repiten en los poemas, en todas las grandes canciones. Sonrío al pensar que los poetas de hoy, de azoteas y circos, con gatos y plata y hermanas pequeñas, son los poetas de ayer, de Francia y cabaret, con gatos y lunas y chicas contra la pared. Sonrío al pensar que somos malos escritores, que movemos las palabras, las mismas palabras de siempre. Las únicas que conocemos. Y sé que Jane Birkin también cantó canciones que no eran suyas. Y a quién le importa. A mi también me gustaban más sus ojos, y a ti tampoco. Y se también que su voz se alzaba en susurros más alto que ninguna otra, y que pasados diez años te dijo que se largaba. Porque no aguantaba la decadencia. Y sonrío, no de alegría, y tampoco de pena, sólo sonrío, al imaginar el alcohol, y los refugios en las faldas en las tabernas en la oscuridad y los poemas, al imaginar el dolor y la suavidad de las yemas de los dedos, las espirales de autodestrucción, el no dormir ni terminar de despertar. El silencio. Y se me pone la piel de gallina porque te veo, te conozco, te imagino. Y te miro mientras te dibujas nítido, cada día que tachas al calendario, en la piel de tus héroes.

martes, 13 de diciembre de 2011

Qué

Qué poquito real parece ahora todo esto.
Qué inútiles todas las palabras que tratan de explicar lo que siento.
Qué vergüenza haber reducido todo a este cuadrado abierto al mundo.
Qué camino tan estrecho.
Qué desastre de inútiles intentos.
Que extraña manera de decir te quiero.
Qué poco significa eso.
Qué miserable pérdida.
Qué ganas del siguiente día.
Qué corazón con sabor a despedida, qué realidad amarga, qué de días.
Qué dormir sin dormir, comer sin hambre, moverse.
Tan sólo existir.
Me conformo con eso.
Eso es mi vida.

sábado, 26 de noviembre de 2011

El sol

El sol,
este sol que se desliza tembloroso entre la lluvia torrencial,
entre este místico y arruinado huracán de palabras,
sorteando el desastre, el abismo:
los dedos que acarician fugazmente las teclas del piano,
los que aprietan el gatillo de la pistola en mi sien.
El sol que se escurre entre el humo infinito de mis días,
ocultándose de las pesadillas que pueblan mis noches,
oscilando, arrastrándose a través de mi verde drogadicción,
convirtiendo la luz en la llama que desangra mis manos,
prendiendo fuego a todo cuanto me rodea asustado.
El sol que alumbra tu acento susurrante,
que ilumina tus últimas palabras.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Inconscientemente los rugidos

Perdón por dejar morir a los leones,
por encontrar nuevas canciones,
por firmar mis declaraciones,
por aparentar, por hablar, por disimular,
por contradecir y negar mis intenciones.
Perdón por una semana sin títulos,
por convertir los espejos en añicos,
por permitir silencios pequeñitos,
por darle vueltas a cosas que no tienen fe,
por escribir un mapamundi de abismos.
Perdón por no saber estar callado,
por temer hablar demasiado,
por no intuir que hablo demasiado,
por las etapas,
por no alegrarte las mañanas,
perdón por hacerte pasar malos ratos.
Perdón, de nuevo, perdóname,
por no escuchar los aullidos,
por buscar inconscientemente los rugidos,
por hacer que tengas que decir lo que digo.
Perdón, de nuevo, olvídame,
tan sólo se me olvida este maldito olvido,
se me olvida que aún tengo mis discos,
perdón por no sonreír,
perdón por haber sonreído,
por olvidarme de vivir.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Atardeceres, oscuridad

Van a ser las seis y oscurece,
y echo de menos tanto tus uñas en mi espalda,
como tu lengua en mi cuello:
el aire quebrado que escapa por tu boca,
tu piel, tus entrañas, tu sexo.
Como si al estar sentada humedecieras tus labios,
como si retrasaras un último aliento,
deshaciendo tu alma entre gritos y jadeos:
el humo del cigarrillo y la marihuana,
que siguen esperando en el cenicero,
las marcas del pintalabios en la copa,
el rímel negro desdibujando tus ojos,
la caída, el grito, la tierra, la aurora.
La última vez ya no estabas en celo,
y sonreías a cualquiera que quisera verlo,
aullando apagada como las lobas al cielo,
ya no creías en las lunas a ras de suelo
que reflejo en los charcos de mi vida.
Echo de menos clavar mi mirada en tu alma,
la última vez no quise hacerlo,
ya no me querías,
yo ya no te quiero,
hablamos de nombres, de excusas, de miedos:
son más de las seis, decías,
ya está oscureciendo.

El monstruo soy yo

Este sol de mil cruces infinitas que me ciega la vida,
estas aristas por la que paso mis dedos,
que acaricio como si fueran tu piel,
como si fueran la piel de todas las demás que han huido.
Ya no habrá más mentiras ni más días,
he roto el futuro como se rompe la línea entre nuestros ojos,
como el cigarro que desenredo de tus noches,
como el gato atropellado en la carretera.
He pasado de la risa al entierro,
y me odio tanto como os odio a vosotros,
el zig-zag y el espanto, el dibujo que has emborronado,
el jardín en el que me pierdo,
la vuelta al pasado,
no soporto verme reflejado en el cielo.
Busco el mar como busco tus pasos inquietos,
y sólo encuentro en ambos sal,
la tristeza, el miedo, el sufrimiento,
mis palabras son palabras llevadas por el viento.
No consigo arrancar del todo este momento,
en el que pensé no dar marcha atrás,
en el que decidí deshojar mis árboles muertos,
sin saber cómo sus hojas desgarrarían mi suelo.
Y la pérdida no es más que pérdida,
es tan sólo el mismo desconsuelo,
la misma sucia paz en la misma sucia derrota,
tú, como ellos, sólo me escuchas cuando miento.
Callando más de lo que entiendo,
cruzo la línea de lo prohibido,
y descubro más y más paz y más derrota,
descubro que no creo nada de lo que siento.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

La voz de los miércoles dormidos

Mientras acaricio los días,
y relamo estos diez últimos céntimos en sombra,
mientras pienso en absolutamente nada.
El relámpago quiebra mis noches más a menudo de lo habitual,
sueña con verte panza arriba, arañando lo que queda de cielo,
yo sueño con provocar a esa psicópata que llevas dentro,
tan dentro que sólo la intuyo,
y quiero emborracharme y acostarme con ella,
sabiendo que no existirá por la mañana.
Porque el redoble de tambor anuncia la llegada del sueño:
la acróbata, la contorsionista,
la coincidencia mágica e inasible que pasa las páginas de mi vida.
Porque el humo oculta las palabras y las sonrisas:
es mi nuevo mejor amigo, mi droga y mi consejo,
es la esquina doblada del cuento que escribes en una libreta nueva.
Ahora grito en silencio, rio en silencio, maúllo en silencio,
guardo mi voz como un milagro, nuevo y pasajero,
ya no aullamos: ahora rugimos.

martes, 8 de noviembre de 2011

Nueve - Enrique Bunbury

Hilaré un lazo sagrado
entre la chica, la ciudad y yo
así rimarán nuestros pasos
y la intensidad será la solución

oro es su piel
nueve es su nombre
y pongo a sus pies mis venas
para que mi sangre sirva de limosna
lo que abrevien las distancias
lo engrandezca mi memoria

los demás son los otros
ajenos a nuestra máscara perfecta
por lo menos ya no estamos tan solos
rompe mis ataduras y me liberas

oro es su piel
nueve es su nombre
y pongo a sus pies mis venas
para que mi sangre sirva de limosna
y lo que abrevien las distancias
lo engrandezca mi memoria

Enrique Bunbury
Radical Sonora

domingo, 6 de noviembre de 2011

Desastres

El verdadero desastre es el naufragio, el silencio,
el mundo que me rodea:
mentir cuando digo que aún te quiero,
decir la verdad cuando lo niego.
La carcajada inútil e infantil,
y estos celosos aullidos que se me pudren muy hondo,
el desgarro, la llama, la ferocidad en el golpe:
distraerme pensando en tu nombre.
Y la crisis, siempre la crisis,
que me arranca tu sonrisa,
el desafío a la lógica y las canciones que ya se han escrito
para tí, para nuestro rito.
El verdadero desastre ocurre cuando niego tu piel,
en las cadenas que me atan, que había jurado mías,
cuando tengo que cerrar los ojos y desaparecer:
llorar el incendio en mis estrellas, al amanecer,
cuando olvido haber enterrado a mi familia.
Los desastres se me acumulan día a día,
jugando a ser cada vez más insoportables,
con los primeros rayos de luz a medianoche,
con la espera en un rincón:
aferrado en un recuerdo que ya no es mío,
me pierdo atravesando solo el escalofrío.
El desastre único y desamparado crece en mi interior,
buscando el día perfecto para estallar
y llevarse todo por delante:
acrecentando el vacío en mi copa y mi cigarrillo,
en mi mundo, en mi noche, en mi frío.
Y no habrá mal que por bien no venga,
y no habrá bien en absoluto:
tan sólo quedará la pérdida, la miseria,
las promesas vestidas de luto,
todos los días serán noches de difuntos.
Y créeme cuando digo que partiré las palabras,
que abandonaré mi guarida,
ten claro que prefiero cortarme las alas,
cerrar los ojos, restañar las heridas:
las mayores desastres vienen de las mentiras.
No hablo de lunas ni tijeras,
y la plata se me escapa en bocanadas de aire confuso,
el papel de regalo es lo primero que se rompe,
el envoltorio tan sólo envuelve órganos imperfectos:
sangre, orgullo, misterios.
Sobrepasar en cada desastre la imagen dada,
escribir con disparos los poemas y los cuentos,
negar la hoja en blanco en un insolente favor al loco:
pedirles a los gatos que dejen de vivir solos.
El verdadero desastre es el final del camino,
el final de todo aquello que has querido,
el final, tan sólo es el principio.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Franela

Sentada, las piernas cruzadas se balancean,
y en la luna se reflejan los charcos mientras fumas,
una diosa egipcia se despereza pidiendo comida,
la franela se mueve mientras te mueves,
y las rayas infinitas bailan y se agitan,
hacen que el resto del mundo parezca más cálido.
Franela, la obsesión por encontrar algo más,
el boceto en tu cuaderno, la palabra en tu vida,
un trocito de lo que eres, de lo que serás,
mientras más y más minutos se agitan en el reloj,
tratando de recordar qué hiciste ayer,
qué harás en el frío, en la noche, en el mundo.
Franela, las sílabas que arrastran mi lengua,
la sonrisa vertical,
y, en la calle, los saltos que preceden los nuevos pasos,
nuestro alrededor es mucho más gris,
menos obsceno que tu pijama.
Franela, la persecución del sueño,
pero también la caricia y la huida,
el gesto inconsciente de los dedos en la tela,
la tristeza y la melancolía.
Franela robada,
encinta de un nuevo espíritu indomable,
franela de rayos de sol por la mañana,
descubriendo líneas dispersas en tu cama,
la fotografía entre otoño e invierno,
una tierna súplica a las hadas.
Franela, viento en cascada,
y la magia oculta en tus ojos y tus abrazos,
la pelea por la calma,
huracán viajero y ambulante y políglota,
franela, no existen las palabras.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Miedo

Miedo en 20 segundos extraños y repetitivos,
con la araña en mis ojos, y la pérdida aún reciente:
buscando las palabras.
Sólo busco romper en pedazos el mundo,
quebrarlo como me ha quebrado él a mí,
deshacer el hechizo bajo la mirada atenta de la luna,
tan sólo protegerme de cuanto me rodea.
Miedo, y desesperación que me araña la cara,
que aúlla en mis oídos todas las veces que te has ido,
recordando la caída.
Reconozco el viento que mece tu pelo,
los cordones de tus botas tiradas en el suelo,
supongo que las tijeras.
Miedo, y me maldice mi casa ciegamente,
como los antiguos pájaros, como la sombra,
el mundo se deshace de mí, como yo me deshago de él:
enterrando a los muertos,
soñando con ellos.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Finito

Finito, como esta jauría de palabras inconclusas,
como esos rincones alucinados llenos de tesoros faltos de cariño,
finito, como estas madrugadas, como estas mañanas,
como tantas tardes que vibran, tiemblan y maldicen.
El último término, el fin mismo, la despedida,
finito, como la alevosa y nocturna vuelta a casa,
como todo lo que tiene algún sentido,
finito como el fondo de tus ojos cuando susurras.
Las canciones que desgarro a gritos,
y el gato que me persigue en sueños,
finitos son los lunes, los viernes, las cicatrices,
las cuerdas de violín que desenredas en tu pelo,
finitos son las enfermedades, las manchas en el suelo:
finitas son las veces, todas las veces,
que me pierdo y te encuentro.

martes, 1 de noviembre de 2011

Quiero

Temer de nuevo a las brujas y a los dioses,
como hasta ahora he temido tus ojos y tus palabras,
compartir destino bajo las estrellas,
prender en gráciles llamas este insípido cielo azul,
y esnifar sus cenizas riendo a carcajadas.
Esta razón sin motivo, esta furia compartida,
como si de un nuevo murciélago se tratara,
como si cien frases desdibujaran tu sonrisa:
la última navaja se quebró contra mis venas,
soy la triste solución a todos mis problemas.
Porque esta magia que respira a nuestro alrededor
no entiende de días y noches,
no entiende de humo y prisas,
la luna y la guillotina nos hacen a todos iguales:
y a los que no, nos unen contra ellos.
Así, quiero temer de nuevo al sol y a la vida,
a las sombras que oscurecen mis paredes,
al viento,
en lugar de fumar y reirme con ellos,
encarar el mal tiempo, y el bueno:
quiero, quiero, quiero y quiero.

lunes, 31 de octubre de 2011

Noche de difuntos

La última noche de difuntos escapa mientras acaricio tu piel de cementerio,
mientras bailamos en la cornisa, acariciando el viento,
y cien sombras asustadas nos persiguen envidiando nuestros pasos.
Se mecen juntos tu sonrisa y mi extraña cola rojiza,
mis pies de lobo hambriento y tus ojos,
tus ganas de vivir a contracorriente y mi deseo de acabar con todo:
esta extraña felicidad sin motivo me desorienta,
la caída resulta mucho más insoportable.
Así, arrastro y araño estos barrotes de lunes,
confundido por el resto de monstruos insomnes que me rodean,
y veo pasar el resto de tu vida, sin tocar siquiera mis sueños:
nuestros aullidos ensordecen el cielo,
el mundo se desmorona en nuestra cama.
En esta última noche de difuntos trato de reencontrarte,
intento redescubrir la grieta lamiendo en tus alas,
busco la miel en tus hombros, la brisa en tu pelo,
aunque sé que ya nada importa:
estoy solo, cansado, triste, despierto.

domingo, 30 de octubre de 2011

Lobos

La jauría de lobos que acecha a nuestro alrededor
se esconde de tu cabellera rojiza,
del pulso tembloroso en tus muñecas,
recordando y soñando conmigo:
te llevo de la mano, entrelazando nuestros dedos.
La sorpresa en tu cara, la sonrisa en tus ojos,
también el miedo:
los lobos, el agua y los espejos.
Es por eso que no me sueltas la mano,
es por eso que yo no suelto la tuya,
los restos de nuestra sonrisa,
tus pies de puntillas al abrazarme:
nuestra fotografía.
Y es por eso que nunca huyes de mí,
y es por eso que jamás dejo de buscarte,
las palabras escritas a lápiz,
lunas, gatos, tijeras, aullidos:
lobos, los lobos, los lobos.

Círculos

No queda sitio para tí en mi vida,
no habrá más noches para tus sueños,
perdóname, dijiste,
pero no había nada que perdonar:
tan sólo ya no me querías.
El reencuentro y la lluvia no cambiarán mi mirada,
mis pasos no vuelven atrás,
mis manos no buscan consuelo,
quizás ahora ya no me importas:
tan sólo aún te quiero.

lunes, 24 de octubre de 2011

Cumpleaños

Un huracán perdido en un callejón abandonado,
esperando el primer café: quizás sí lo hago para que me mires,
atornillando los clavos en mi ataúd de seda y tinieblas,
recogiendo los pedazos de este mal sentido mañana.
Quizás mi voz no sea la voz de ese viento ensortijado en tus días,
y esos mismos días, quizás, no sean del todo ciertos:
siempre hubo noches de luna llena peores y tristes.
Una espesa avalancha de verdades mal pronunciadas entre el papel,
la rutina de planificar el miedo y la duda: las noches insomnes frente a la llama,
repitiendo una y otra vez el mismo rasgueo bastardo en mi guitarra,
fumando inquieto en mi terraza.
Tal vez sea ese mismo cumpleaños esquivo que tengo clavado en la una,
y esta búsqueda de una bomba de relojería perfecta,
que destroce lo único que resta por destrozar:
ella será la que lleve de la mano al lobo hasta su propia suerte.
Entre la flora fraudulenta que nos alimenta a diario escarbo buscando lo inexcusable,
la mentira, por favor, la mentira,
la verdad es demasiado real: aquí, ahora.
Y la grieta en la pared se va haciendo demasiado perfecta,
demasido incendiaria y preciosa:
casi puedo acariciarla en estos 180 gramos de vinilo negro y adusto como tus ojos.
Así, entre la huida y el agujero,
Alicia y el conejo se han visto perdidos,
alumbrados tan sólo en la oscuridad por la sonrisa irredenta del gato.

domingo, 23 de octubre de 2011

La lluvia

La copa vacía en tristeza y el lápiz tirado en el suelo,
los perros que siguen ladrando mis pasos bajo farolas apagadas,
y esta noche que no quiere irse.
Escribiendo la palabra única y exacta que defina tus dibujos,
y la indefensa lágrima que los emborrona,
otorgándoles una nueva vida: un disparo, la luz, el final.
Evitando encontrar en la huida una última frontera,
y ofrecer un nuevo cigarrillo a tus labios de ginebra azul,
a tus ojos una nueva semana de días y noches y sueños inconclusos:
sentarme con la niña que esperaba sola en su jardín bajo las estrellas.
Soñé que me moría y desperté confuso en una cama que no me quería,
buscando el final del cuento,
el principio de un nuevo poema:
la lluvia.

sábado, 22 de octubre de 2011

Dumb

El ruido de los cristales rotos dentro de la fotografía,
la canción sonando estática: "hay una estela de ausencia,
de coincidencia literaria...".
No creo ni una palabra de lo que me dices,
porque no me lo dices a mí, sino a tí,
igual que yo tan sólo hablo conmigo de tí,
y contigo de mí.
Me importa cada vez menos cualquier cosa,
porque creo que ya soy tan feliz como estúpido,
y el abismo es tan sólo el abismo,
y la caída pornografía barata.
La amenaza nunca había sido tan real,
y, al mismo tiempo, tan insignificante,
tan cotidiana, tan fúnebre, tan preciosa,
tan bien escrita.

Los pasos en el laberinto

Mis pasos en el laberinto buscando la salida me han llevado a encontrarte
y perderte,
me han llevado de vuelta al alambre, a a la navaja,
a los marcos de fotografías vacíos,
todos los restos de casa que voy arrastrando en mi huida.
La manera de encarar los recuerdos,
de transformarlos en polvo y que desaparezcan,
la carrera a través de la luz de mis cortinas,
mis ojos,
la sensación de vacío estando solo,
la sensación de soledad cuando estoy contigo:
ya no recuerdo tu nombre.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Algo pequeño y asustado

Mi mirada recuerda los vientos antiguos y libres,
el mar, las flores en minifalda, la risa y la palabra ahogada:
algo pequeño y asustado que aún no encontró su lugar.
El día se bate en duelo, entre el sol y la lluvia torrencial,
como nosotros mismos en octubre:
brillamos, y también llovemos.
Un paseo entre horas, bailando días inútiles,
como una semana acribillada, triste,
15 minutos de gloria y 10.000 noches de penitencia,
hibernando sombrío entre el alquitrán y el abracadabra,
ahora es la luna quien aúlla a mis lobos quietud y esperanza,
y sé que llegará el final,
cuando anochezca, me arrepentiré del amanecer,
echaré de menos la vida,
los disparos y las sonrisas,
y me iré como algo pequeño y asustado,
que no encontró su lugar.

domingo, 16 de octubre de 2011

Blood

En la última línea empecé a vivir,
perdido, descubro la sangre en mis zapatos,
la sonrisa en tu cara:
hoy eres mi cuadro de Van Gogh favorito.
Un nuevo paseo bajo las estrellas,
acompañado del mundo,
mi traje tirado en el suelo y en la barra,
la sangre en mis zapatos otra vez.
Palpo mis bolsillos buscando un nuevo cigarro,
y la llama, la llama me arranca,
disfruto el silencio de la primera calada mientras pasas a mi lado,
encendiendo la noche, iluminando el cielo,
aún te acuerdas de mí,
aún te recuerdo:
la sangre en mis zapatos.

jueves, 13 de octubre de 2011

Las tres formas de encarar octubre

Cristales y sellos, el ruido al caer en vacío,
al posar el vaso, el cenicero, el suspiro,
y todas las miradas de reojo, fijamente,
llevan al mismo lugar: la sonrisa,
a la estupidez independiente, la fe del incrédulo.
La nueva canción que suena una y otra vez,
al amanecer y al anochecer,
como todas las cosas que no entiendo,
y no me esfuerzo en comprender:
ahora me dedico a respirar,
a vivir como si cada día fuera el primero,
nunca el último, no, nunca, jamás.
Últimamente todo tiene una segunda oportunidad,
y el esfuerzo compensa el trabajo,
la comida, los sueños, las escaleras:
lloran cuando bajo por ellas,
esperan silenciosas mi llegada.
Y el alcohol nubla parte de todo esto,
probablemente agigantando mi sonrisa y mi buen humor:
perdón por ello, perdón por todo,
pero ahora vivo yo.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Esperando el final

Esperando el final,
sólo busco hacerte el amor a escondidas en un aula vacía,
destrozar tu ropa interior, sofocar tus gritos,
tratar de que no me mires con vergüenza después de hacerlo,
como si no nos conociéramos.
Esperando el final,
aparto con desdén todo lo que no sea tus ojos,
tu boca, tus hombros y tu sonrisa,
toda la verdad susurrada a gritos,
todas las mentiras calladas, enterradas en el olvido.
Esperando el final,
desdibujo en sucias palabras todo lo que quisiera haber dicho:
tú no eres ella,
yo no sé quién soy.

Los días festivos

Me despierta el despertador, tarde, y me sobrevuela el sonido de fuegos artificiales sin luz, como disparos al cielo. Últimamente no me fío de mí, y pongo un disco con canciones en francés, y veo anuncios. El festivo tiene pinta de querer largarse lo antes posible, sin dejar huella, para dejar paso de nuevo a la noche y al despertador.

Me siento a fumar, sólo, y busco desesperadamente reencontrarme conmigo mismo en la noche de ayer, feliz, para tratar de avanzar y encarar los días que me quedan. Recuerdo palabras y razones, y cervezas. Y me río recordando situaciones extrañas, y situaciones límite. Y lloraría si no fuera capaz de hacerlo.

Alguien me dijo una vez que el mundo nos aprisiona y se nos viene encima, que sólo nos sale llorar. Yo me encierro en un agujero horrible, donde lo convierto en un lugar aún peor.

Ahora ya no puedo, no me creo nada de lo que digo. Sé que siempre habrá una palabra esperándome, una sonrisa extraña e independiente, un nuevo día.

Aunque no sea festivo.

lunes, 10 de octubre de 2011

Pisadas

Hay días que suenan mucho más cálidos y transparentes
en tu voz aterciopelada,
y miles de destinos se entrecruzan en el cielo,
dejando rastros rojizos paralelos y perpendiculares
como frases inacabadas en mi memoria de cristal.
Araño con ellas los días, parte de las noches,
ensayando en este teatro vacío que hoy son mis ojos,
mis palabras, mis silencios,
nunca descubrí lo que hiciste con el piano,
con las canciones, con los trofeos.
Escapo de la última película de terror,
y paso por distintas fases:
contagio, risa, vulnerabilidad, afecto, odio,
y anido tembloroso entre lugares desconocidos y mi propia casa,
vacía, y llena de gente, y vacía otra vez.
Contar los escalones, como contar mis pasos,
y tararear viejas melodías, y reencontrar el agua:
hoy añoro mis zapatos, mi corbata, mi vida.

viernes, 7 de octubre de 2011

Aún puedo hacerlo peor

Hoy, otra vez

A todo el mundo, que me quiere tanto,

Alberto

Hoy, a todo el mundo, que me quiere tanto,
me da igual.
Hoy no me quejo del mundo ni de vosotros,
me quejo de mí:
por estar vivo a vuestro lado,
cuando debería estar muerto.
Hoy, que otra vez he llegado a casa sólo,
alimentado con la esperanza del mañana,
me da igual.
Hoy no quemo nada,
no insulto,
no lloro.
Hoy no miento, no quiero,
no amo,
no escribo.
Hoy arranco, corto, despedazo,
hoy subrayo, corrijo, escupo.
Y me sigo viendo como soy, no te engañes,
no os engañéis,
escribí que borracho sólo tengo menos vergüenza,
mentía: sólo tengo menos sed.
Me sobran pisos para matarme,
y me sobran cuerdas y cuchillos y venas que cortar:
me falta valor,
sigo siendo un cobarde.
Sigo siendo lo que soy,
lo que fuí y lo que seré:
el silencio,
dios mío, el silencio.

jueves, 6 de octubre de 2011

These days - Part II

Estúpido sabor en la boca, como de cerveza y hastío,
como sexo y carne mal vendidos,
como el silencio y la mentira:
poco a poco la luna se va haciendo mía,
en un sonido de insecto quebrándose bajo la suela de tus tacones.
Y humo de siesta colocada y rodeada de amigos,
y latas vacías alrededor,
temiendo perder algo que no tienen
por hacer algo que no están haciendo:
pensar palabras que no existen, revivir gatos muertos.
Un miserable cristal ceniciento,
me veo sentado en el sofá con el cinturón de mis vaqueros desabrochado,
y una camiseta blanca,
fumando lo que no debería haber comprado:
olvidando comidas y cumpleaños.
Una risa terrible y el hombre que vendió al mundo,
un lento caminar de día de difuntos,
algo más,
todavía,
algo que quizás,
debería,
haber olvidado.

These days

Hoy, por la mañana, un monstruo enorme me aguardaba en el pasillo,
y tuve que matarlo;
la ducha no limpió mis ideas ni mi dicción,
y el resto de la mañana fue un desafío a la lógica.
La última hora patiné en dos ideas esperanzadoras,
la comida estuvo riquísima, y el postre:
y me morí un poco,
y me ví como hacía años que no me veía: real.
Escapé, y la tarde transcurrió sola,
entre conversaciones de relleno y risas enlatadas,
y aún me sentía muerto.
Recogí un cuadro, una orquídea, y los regalé,
y encontré dos discos de vinilo más:
ahora ceno a media luz tarta de ausencia y naranja.
Fallé el tiro, a eso me refiero,
falté a mi palabra:
nunca volverá a pasar,
tengo dos copias de las malditas llaves de mi casa.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Quizás

Quizás, los perros sólo sean perros que me ladran,
y no los sueños que me atormentan desde que no duermes conmigo;
quizás, la chica que se fue, sólo sea una chica marchándose en silencio,
y no mi princesa de cuento de hadas alucinado:
quizás, esta montaña de sinceridad y recuerdos sólo sean platos sucios apilados.
Quizás, estas palabras, sólo sean la firma y sello de mi testamento,
y no la declaración de amor perdida de mañana,
y, quizás, sean aún menos que nada de nada.
Quizás, este camino de ida sin vuelta acabe escondiéndose de mí,
en un asombroso y esquivo zig-zag entrecruzado:
quizás, las colillas en el cenicero sólo sean colillas, en un cenicero,
y no los restos de una conversación y un capítulo inacabados.
Quizás, mi mundo sólo sea un mundo perdido en un segundo,
esperando el cambio, aterrorizado, en un oscuro rincón;
o quizás mi mundo sea la oscuridad misma del rincón,
el tiempo y el segundo mismo y exacto:
quizás yo mismo sea el terror.

martes, 4 de octubre de 2011

Maneras

Me muero, y te mueres conmigo,
dejando un rastro de agujas y maneras,
de forma que cada beso es uno nuevo,
cada caricia amanece en cementerio.
Me muero, y te abrazas a mí,
apartando la vista mientras fumo,
y un sinfín de carcajadas nos acechan,
hay días que no tienen noches,
hay noches que no tienen fin.
Me muero, y lentamente te arrastro,
porque no me importa perderme maradentro,
y la tierra tiene un nuevo sabor, un nuevo olor,
y, como tú, lo hace sonriendo.
Me muero, y me besas muy despacio,
tratando de retrasar el adiós,
y no me importa ya nada,
me pierdo, si vienes conmigo me voy.

domingo, 2 de octubre de 2011

Octubre

Si repaso las líneas de tu boca y tus palabras
recuerdo la forma que tienes de cruzarme la cara,
soñando en tres colores: rojo sangre, miel.
Si busco las marcas de tu liguero bajo tu falda
encuentro caminos marcados a fuego y nieve,
la manera más fácil de encarar el pasado: enterrar el futuro.
Septiembre se pudre en tres días absolutos,
y escarbo con las uñas tu carne fantasmal,
tendida en una cama abandonada y sobria,
gris, me muerdes los dedos que antes chupabas,
sonrío, te beso, me cruzas de nuevo la cara:
ya no nos queremos, me dices riendo,
la verdad no nos hará libres, escupo,
y nos apartamos a un tiempo, repelidos por la misma sensación:
hastío, orgullo, trabajo y octubre.
Así que enciendo un cigarro y apago otro,
y colecciono botellas de agua vacías:
si las miro de frente puedo ver en ellas la marca de tus ojos.
Noviembre bastará, piensas en silencio,
y no cabe nadie más en el sofá:
llevo medio día durmiendo en el cielo,
llevo una semana sin dormir.
Mi cigarrillo se apaga en mis labios adormecidos,
y me tiembla el pulso lo suficiente:
en el espejo, y al otro lado, las dos Alicias siguen riéndose,
lesbianas, y esta vez, colocadas.
No hay nada más bello que la puesta de sol,
y los perros que aúllan a lo lejos,
y el acero de día nublado que trae hoy tu sonrisa.
Esta estupidez de lunes ahorcado entre cartas y excesos,
esta triste manera de decir encadenados,
esta vez sí, este disparo, este reflejo,
esta lágrima suplicando consuelo.
Y escribo tranquilo garabatos,
los diez mil graffitis anárquicos y políticamente incorrectos
que quieres ver en las paredes de tu mundo:
siguiente, es la palabra más repetida, siguiente.
Así que decido volver a la cama, ahora vacía,
para seguir sin dormir una nueva semana,
y hay un sobre vacío en ella, y me recuerda al vacío en sí:
a mi casa, a mí mismo, a la nada.

Exorcismo

Existen canciones que dicen en idiomas extranjeros que aún me amas,
o que aún te amo,
como si esas palabras tuvieran algún sentido en mi mundo.
El mundo que se extiende a mi alrededor no entiende de amor,
y ni yo mismo lo entiendo,
no aquí, no en nuestra cama,
mucho menos en forma de palabras escupidas en este viento eléctrico.
Pero sí comprendo muchas de las sonrisas y los abrazos,
y sobrevivo, a duras penas,
veo las huellas en la arena y en los árboles,
el humo de nuestro cigarro,
y siento un tartamudeo en mi mirada triste y olvidadiza,
tan sólo fruto de esta extraña mezcla de palabrería y orgullo:
lo más importante es mantenernos paralelos,
no asomarnos a la terraza,
disparar a las gaviotas y los insectos.

martes, 27 de septiembre de 2011

La última vez

La última vez que me suicidé desperté entre tus piernas,
absorto entre la bruma y los crímenes sin resolver,
cabizbajo, aún somnoliento,
lamo tu sudor frío mientras duermes envuelta en pesadillas,
y me descubre nuevas sensaciones, y también antiguas.
Despiertas, aún intranquila, pero excitada,
y rememoras los besos que me dabas cuando no me querías,
cuando éramos lobos.
La última vez que me suicidé estabas conmigo,
sujetando mi mano frente al fin,
y no nos hicimos viejos frente al televisor:
volveremos a vernos, dijiste, y no mentías.
Resquebrajé un poquito más tu alma y tu sexo,
y corrimos juntos hacia el amanecer, escapando de la noche,
tu corrías más que yo, y reías, y llorabas.
La última vez que me suicidé,
encontré una casa vacía, nubes muertas y la noche absoluta,
y recordé mis mentiras, la verdad, el silencio,
el aire frío en nuestros pulmones de acero y sangre:
la misma sangre que lamo ahora desesperado:
tus ojos se cierran, y comprendo no volveré,
ya no nos queremos.

lunes, 26 de septiembre de 2011

El humo de nuestro cigarro los lunes al sol

No vas a trabajar en Alemania, ni en Portugal, y espero que no tengas que trabajar en Vietnam. El coche de empresa es un lujo frío e impersonal, y la gente educada te dará dos besos para saludarte, aprovechando el momento.

El mundo hablará de mí, de tí, de lo que le dé la gana, resaltando los detalles imperfectos y espectaculares que nos definen, y habrá miedo y derrotas, sonrisas y victorias, palabras y animales, mi pecho y mi corazón se aceleran cuando tan sólo lo pienso.

No espero que ganemos nada, porque nadie debería decidir quién pierde.

Yo, modestamente, barro muy mal, y me lleva mucho tiempo, y aún así no tengo una chapa que ponga JEFA.

Odio a los doctores, a la gente responsable con pocas responsabilidades, a los encargados, pero siempre que puedo te pido perdón. Y me gusta mucho que la gente sea quién es, que sea descuidada y desenfadada, que se manche con pintura, o con salsa de soja, o de curry.

Sé que nos sobrevaloramos, y nos hacemos la pelota, y todo nos parece genial. Y cuando se me acaba el mundo, y estoy cansado, y no puedo mirarme al espejo, siempre encuentro un sitio por aquí para sonreir. Y adoro muchos pantalones, flojos, largos, cortos que dibujan mucho menos que una casaca azul que suena a Sgt. Peppers. Porque eres así, y no podrías ser mejor, de esa manera tan simple.

Somos complicados, neuróticos, obsesivos. Somos obreros de la palabra. Sólo pensar en tus lágrimas, se me encoge un poco la vida, y el sol. No puedo evitarlo, las canciones por los que lloramos no son mi especialidad.

Sé que muchas de mis palabras no cambiarán nada, pero quisiera que esta triste manera de escribirlas, en lugar de pronunciarlas, te recuerden todos los detalles que la vida trata de ocultarnos, con esa manera tan real de decir las cosas.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Confesiones

Sé que me pasa con todo, aunque trate de disimular.
 
Con el tabaco, con la coca cola, con el café descafeinado que tanto odio y que bebo igual.
 
Sé que me pasa con los cigarrillos (adulterados o no). Siento algo parecido cuando repaso algún verso antiguo, cuando escribo uno nuevo, cuando rompo la cadena que los une.
 
Sé que me pasa con muchas canciones. Esas canciones que suenan una vez, y otra, y otra ... y que dentro de mi cabeza se convierten en la banda sonora de nuestra vida; como esta última, que pone música a muchas de las fotografías que han conseguido huir de mis sueños.
 
Sé que me pasa con la luna, con las conversaciones nocturnas, con las preguntas indiscretas.
 
Sé muy bien que me pasa con todo. Perdona si sobre todo, contigo.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Primer sábado

Nada más irte, al cerrar la puerta, suspiro. Y pienso en que, pase lo que pase, no debo asomarme a la terraza. Y mi casa me da un poco de asco, así que cojo el teléfono y escapo de allí, aunque me aterra regresar. Y llego a otra casa, llena de gente, y no evito escribirte una verdad pequeñita, como todas las últimas. y veo algo de fútbol, y pido de cenar, y me río, y hablo con la gente de cosas mucho menos divertidas, románticas, mágicas, especiales.

Me conecto un rato, escribo tratando de devolver el favor, de devolver el milagro. No dejo de pensar en cada palabra, cada cigarro, cada silencio. Me gustan mucho nuestros silencios, que acaban casi siempre con mi nueva frase preferida, o con una carcajada, o con una nueva taquicardia que me obliga a decir algo.

Así que, a pesar de que no estoy para estas cosas, dejo un post nuevo, para ver si te arranco una sonrisa, y si  aparece algún comentario.

P.D. Me cuesta, pero decidiré la película, lo prometo. Mañana será el día.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Vacaciones - Parte II - Día I

Hoy mi terraza es mucho más cariñosa conmigo, y me pregunta quién eres: "Nadie", le digo sonriente, y termino el cigarrillo. Noto esos ojos nerviosos y cuchicheantes por todas partes, que esperan que escriba lo que tengo en mente, que ponga un disco, que hable solo. Pero hoy no tengo las palabras, y no tengo la prisa, la preocupación, el anhelo...

Disfruto un poco más de cada segundo, y no se me va esta sensación de trabajo bien hecho, de encuentro, de risa y silencio. Y termino una cena más exótica de lo normal, y las paredes tienen otro color, más humano. Y no se me acaban las ganas de reír, y de celebrar mañana un nuevo viernes, con una vaga esperanza en el futuro, y una reencontrada fe en el pasado.

Así que a falta de poesía lo suficientemente especial, rebusco en palabras llanas y corrientes, como en los viejos buenos tiempos, de cenas a deshoras y café por la mañana. Ha caído otro récord, enhorabuena.

Gracias, de verdad. Muchas gracias.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Tres, dos, uno ...

Vueltas y más vueltas, no quiero dejarlo escapar. Pero tampoco escribiré nada de lo que no me enamore. Un poco más, sólo un poco más.

Acabaré escribiéndote.

martes, 20 de septiembre de 2011

Cerrado por derribo

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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Mis palabras

Cuando hablo contigo, no digo nada que no quiera decir,
y callo cientos de cosas que quiero decirte.
Mis palabras ocultan parte de la verdad,
y mi silencio habla más de lo que debería:
todo viene a decir "te quiero".
Y son como todo lo que hemos hecho,
lo que no hicimos ni haremos jamás,
como nuestras mentiras, nuestros sueños,
son como nuestras alas, nuestros cuerpos,
como tú y yo, nuestros besos:
todo viene a decir "te quiero".

domingo, 11 de septiembre de 2011

Cuando te vas, una parte de mí quiere irse contigo

Cuando te vas, una parte de mí quiere irse contigo,
y no volver nunca.
Visitar paraísos perdidos y verlos arder,
cruzar la línea de lo prohibido,
cruzar un puente a la carrera,
volar el parlamento, que me cojas de la mano.
Y grabarte en video mientras duermes,
y mientras estás despierta,
elegir cien sitios más en el mapa,
viajar en tren, escuchar música.
Supongo que hacer autostop, beber,
fumar de noche en un campo verde y amarillo,
encontar un río,
una playa, el mar, la arena mojada.
Cuando te vas, una parte de mí quiere irse contigo,
pero la otra prefiere quedarse,
imaginar lo que podría haber sido.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Una canción triste

En el momento exacto entre el ruido y el adiós,
en medio del huracán,
intermitente entre el cigarro y tu sonrisa,
entre la mirada rota y la piedad.
Cuando me coges la mano entre tus rodillas,
y te mesas el pelo,
en el instante inquieto que nos separa,
en la noche, en el cielo,
Pienso en tí como un susurro,
como un lienzo por descubrir su final,
como fotografías en blanco y negro,
como un gato intentando arañar.
Pienso en tí y ya no pienso,
y el instante del que hablaba se vuelve oscuro,
imagino una luz a lo lejos:
eres la línea que separa al mundo del mundo.
Un flaco favor hecho al olvido,
la carcajada en el entierro,
la lágrima en la cara del joker,
la rima en la que a veces me pierdo.
Y ese instante que tiembla asustado
no reconoce otras vidas, otros acantilados,
son mis sílabas, mis palabras, mis frases,
una canción dedicada a los que lloramos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Un cuento

Perdido entre estos renglones acaricio tu cariño, y rememoro el olor de tus días, de piel blanca y dorada, de rizos, de sonrisas amargas. Jugueteo con mis sílabas hasta encontrarte, y escucho atentamente cada palabra que pronuncias, respondiendo muy bajito para no asustarte: como si tuviera miedo, y puede que lo tenga. No quiero mentir, y quiero que lo sepas, habría mentido si me lo hubieras propuesto, hoy no, hoy hubiera disparado de haberlo necesitado, nos darían por muertos, México hubiera sido nuestro.

Y escucho ahora tu risa al pasear sobre estas líneas, o por lo menos eso imagino, tenemos dos destinos opuestos, dos horarios de trenes sin sentido, dos disparos abiertos. Por eso hoy, escribo estas líneas que tanto aborrezco, porque deben tener algo bueno, que yo no sé reconocer. Hoy tiro el planeta al suelo, esperando recoger cien pedazos de nada más, esperando encontrar tu reflejo: te lo digo, México hubiera sido nuestro.

martes, 6 de septiembre de 2011

Mi fe en el mundo


Mi fe en el mundo se reduce a un pájaro en llamas,
a tu voz y a tu risa,
a mi propia fe, a mi casa.
La encuentro distraida en una pintada,
sentada en una esquina bajo la lluvia,
viéndote pasear descalza.
Alguna veces llora desconsolada,
y no sé qué decirle,
yo también te observo,
sentado bajo la lluvia.
Algunas veces se ríe a carcajadas,
y se duerme pensando en tí,
como todos.
Mi fe en el mundo se reduce a miles de detalles,
divertidos e insólitos,
que me recuerdan lo poco que importa ya todo.
Mi fe en el mundo se reduce a tí.

En mi ventana

                                 "Méceme con el impulso de tu risa,
                                  arranca mi máscara de tragedia..."
                                                                        Enrique Bunbury

Hoy, perdido en el campo de batalla vacío,
quiebro lentamente dos de mis cien pasos,
recordando el momento exacto
en el que mis labios buscaron tus mejillas y tu nuca,
en el que tus labios buscaron la primera excusa.
Y me río solo, llorando,
en este cementerio de instantes consagrados,
de caricias furtivas, de vestidos de flores:
todavía persigo mi niñez entre tus brazos,
mi vértigo entre tus sombras,
mi forma de ser entre todas los que nombras.
Porque extraño tus palabras mágicas,
tu polvo de hada, tu risa de duende,
y no encuentro mucho entre todas estas caras,
entre todas estas sonrisas barnizadas a contracorriente:
todavía te sueño en mi ventana,
todavía te sueño en mi alma.
La pregunta va y viene con trote de caballo ciego,
envuelta en niebla, rencor y miedo,
y me quema en los dedos esta culpa mal aprovechada,
nunca te dije que te echaba de menos,
nunca te dije te quiero.

La mirada perdida


Hoy he soñado con tus ojos,
mucho más vivos y huidizos de lo que creía recordar,
y he pensado en todas las veces.
He escuchado de nuevo en el viento el sonido de tu voz,
contándome historias reales y secretas,
que yo imaginaba escritas tan sólo para mí.
Y ya no me entristece este miedo, esta soledad,
y no pienso en los planes que hicimos juntos,
sabiendo que no los cumpliríamos,
ni todas las comidas que desperdiciamos.
Hoy recuerdo cada momento de tu vida en mi vida,
cada sonrisa.
Hoy he soñado con tus ojos,
y sólo quería que lo supieras.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Pasos

Tan sencillo como cogerte de la mano y tararear,
y que me mires con tristeza,
hay un mundo en mí que arde y se consume cada día:
la pérdida, el reencuentro, la llama.
Todo posee un punto de cataclismo,
crisis no significa más que cambio,
el problema reside en el miedo:
no quiero quedarme atrás, sólo.
Mi grito de auxilio no reclama auxilio,
ni atención, ni compasión:
sólo es el reflejo de mi reflejo.
No llores por haberme perdido,
nunca me has encontrado,
nunca nos hemos encontrado:
nada es realmente real, no podría serlo,
necesito soñarlo,
necesito que seas mi sueño.

200 entradas

Hoy, estaba tratando de escribir un poema para la entrada nº 200, para ver un poco por dónde iba todo esto, y dónde me había llevado. Llevaba unos diez versos, y me paré a releerlo: era tan malo, tan vacío y estúpido que parecía hecho a propósito. Y me sentí avergonzado, por todo el tiempo que he perdido en escribirlo, en corregirlo, en leerlo. Y me entristece pensar en todo el tiempo que habré desperdiciado con los demás, y en el tiempo que habrá perdido el que los haya leído.

Y soy tan sumamente infeliz que me doy miedo. Me doy tanto miedo que no puedo ni dormir, y sólo hago cosas estúpidas y superficiales, como si me importaran.

Y la verdad es que me importa todo tan poco, que ya nada tiene mucho sentido, y sonrío mucho más, por no arrancarme los ojos. Y echo de menos todo, todo absolutamente, y todo lo que hago ahora no me sirve de nada. No siento ya nada de lo que escribo, así que no vale de nada.

Tenía el agujero, y la tierra. Hoy he escrito mi lápida.

domingo, 28 de agosto de 2011

Wall-E


Hoy, he vuelto a ver (y creo que ya van...) la película de Pixar Wall-E.

Es una película de dibujos animados de hace unos años, que obtuvo excelentes críticas y recaudó muchísimo dinero. Dinero adulto, porque esta no es una película para niños, y es algo que me gustaría subrayar aquí.

La película comienza narrando la vida de un pequeño robot de limpieza que vive completamente sólo en un devastado y ruinoso planeta Tierra, en un futuro lejano. Los primeros veinte minutos de la película son completamente mudos, sin diálogo alguno, salvo algunos ruiditos que emite el robot y un bichito que se encuentra. Asistimos al interminable día a día del robot, de su trabajo, y de la "humanización" que este ha sufrido durante su rutina (¡esa bendita colección de objetos "preciosos", la manera de levantarse para ir a trabajar, o la vuelta a casa!).

La siguiente media hora, nos presenta la llegada de un robot "femenino", en búsqueda de algo que no sabemos qué es, y el flechazo que sufre Wall-E, todavía oculto. Tras varias escenas dónde, con muy, muy poquitos trazos y pinceladas, se nos revela el carácter y la forma de ser del robot: algunos de carcajada (esa torpeza), otros de sonrisa, y algunos tan sutiles que se escapan en un primer y segundo visionado. Su encuentro con Eve, su primer diálogo (sólo repiten sus nombres) y la visita de ella a casa de Wall-E, dónde éste muestra emocionado uno tras otro sus "tesoros" ocupan la escena que he colgado esta tarde en Facebook.

Aquí conocemos que la misión de Eve es encontrar vida en la tierra, y volver con los humanos, exiliados en el espacio en unas infinitas vacaciones. A partir de aquí, la película se muestra como una comedia con momentos de acción logrados, con unos personajes secundarios que son auténticos robaescenas y con un claro mensaje para los más pequeños. La película es una auténtica gozada, que recomiendo encarecidamente a cualquiera con un mínimo de gusto. No voy a destripar nada más. Lo que realmente quiero reseñar, ya ha pasado.

En esos primeros (aproximadamente) cuarenta mínutos, hay tanto cine, tanta perfección y humanidad, que es muy difícil encontrar algo parecido en cualquier otra película. La definición de caracteres de los dos personajes, la sutileza de los detalles, de los gestos, de las pocas palabras y sonidos que emiten, la intensidad de las miradas y sentimientos que transmiten estos seres... Puede sentirse cada decepción, cada susto, cada enfado, cada pizca de vergüenza, cada ilusión...

En verdad se muestra la naturaleza, parte ilusión y parte miedo, de lo que es el amor. Lo terrible que resultaría la pérdida, o el rechazo, y lo fundamental e imprescindible que es.

Gran parte del mérito de todo esto resulta el claro homenaje al cine de Chaplin (se sentiría asombrado y orgulloso de este pequeño robot), la música de la película, y el diseño y movimiento animados de los ojos de los dos protagonistas. Dónde podría encotrarse un truco barato y lacrimógeno, lo único que podemos ver son los sentimientos más básicos y puros de cualquier ser con conciencia, con vida y alma.

Dije que esta no es una película para niños. Esto claro, no es del todo cierto, pero sí es cierto que muchos de ellos no verán más que muñequitos vivos y graciosos. Otros comenzarán a ver una historia de amor puramente Disney, con sus chistes y aventuras (sin estúpidos números musicales metidos con calzador como los últimos años). El resto, y los adultos que se presten a su juego sin perjuicios, descubrirán una obra maestra sin precedentes, y, desgraciadamente, sin muchos más compañeros de promoción cinematográfica.

Y todo esto se resume en unas escenas cerca del final, donde, como en el Quijote de Cervantes, un personaje se ha ido transmutando en el otro, y donde resulta más insoportable la pérdida de la identidad, de lo que alguien realmente ES, que su propia muerte.

Creo que he dicho muchas cosas que no pensaba decir, y se me escapan muchísimas más que quería señalar, pero lo mejor es que veáis la película, que la disfrutéis. Sólo decir que hay miles de pequeños detalles que requieren algún visionado más, porque son tantos y tan buenos que se nos escapan.

Buenas noches, y que os encontréis a vuestro Wall-E, y a vuestra Eve, en esta estúpida vida real.

El sueño del viernes pasado

El viernes soñé que te besaba,
que venías a mi casa, con mucha más gente,
y que todo estaba desordenado.
Soñé que todos tus amigos y amigas eran mucho más inteligentes que yo,
pero disimulaba, y estaba extrañamente lúcido y comunicativo.
Soñé que estabas sentada a mi lado,
y que hablábamos durante mucho tiempo,
de mil millones de cosas,
y soñé que reías, y tus ojos reían contigo.
Soñé que durante dos segundos nos miramos en silencio,
recuerdo la expresión de tu cara, tu sonrisa,
y me incliné para besarte.
Soñé tus labios, dulces y cálidos,
reales,
y soñé que todo estallaba en pedazos,
que el mundo se sorpendía divertido,
soñé que me querías, que yo también te quería.

martes, 23 de agosto de 2011

Hoy, miércoles

Ahora tengo ratones en casa y corretean por mi espalda y tu pelo,
son más lúcidos que tú, mas salvajes que yo,
no les importa mi vida, ni tus desgracias.
Y cientos de ellos se pelean por mis palabras y tus alaridos,
últimamente sólo follamos como venganza:
yo de tí, tú de todos los demás.
Así, a veces aún te escribo por darte las gracias,
buscando arrancarte la piel a lametones,
te divierte más rodear mi vida en círculos de vinagre y sal,
restañando con pólvora mis heridas vuelvo a la carga,
por entonces ya cabalgas sobre otro animal.
Créeme cuando te digo que siempre guardo dos mechones de cabello,
mi romanticismo no entiende de putas y de camellos,
siempre guardo uno tuyo y uno mío,
como si pudiera trenzar con ellos, un día aburrido,
una sexy y miserable soga para mi cuello.

lunes, 22 de agosto de 2011

Las flores, el acero

A partir de ahora no tengo palabras,
te estremecerás en mi silencio,
por haberme querido
y dejar que me hiciera lo que me he hecho.
La última canción de la que estoy enamorado
dice que se nota en tu voz: por dentro eres de colores,
no lo creí hasta que saltaste el cierre de tu vestido,
desde tu espalda, el suelo, el estruendo del sonido de tu perfume:
jamás te diría que te arrancaras las flores.
Hoy tengo unas tijeras frías de tanto rencor y acero,
tiritando en mi mano temblorosa,
tengo litros y litros de realidad y miedo,
y no sé, no sé qué buscar primero,
lo único que miro en mi espejo:
mis desordenadas greñas,
lo único que me ata al suelo,
mis asqueadas venas.

domingo, 21 de agosto de 2011

Oración sin título

¿Cuánto tiempo pasará esta vez?,
¿quién me salvará de mi imagen en el espejo,
de mi vida, de mi propios pensamientos?.
Este ir y venir de días y noches,
de respuestas y sueños perdidos,
esta insana búsqueda de equilibrio.
Estoy cansado, agotado en la aguja,
mirando cómo cambia de números el reloj,
como nace y se pudre este vacío sol.
Tan sólo necesito, tan sólo un momento,
que estés a mi lado y no mientas,
que me digas que ya no me deseas.
Tan sólo quiero escapar de esta realidad,
no tener que enfrentarme a ella por necesidad,
quiero tan sólo no volver a despertar.

jueves, 18 de agosto de 2011

Los últimos días del todo

                    Hoy escribo sólo para tí y para mí,
                    y tus nuevos ojos nocturnos y divertidos.
                                       Alberto Pena Novo

He cambiado tu mirada en mis recuerdos,
este extraño pétalo gris que sostengo en mis manos la acaricia,
hoy está enamorado de ella.
Y aunque se pierde a veces en lugares comunes, añorando,
le gusta vivir entre mis huesos.
Seis días acariciando tu vestido florido y mis cervezas,
ya no puedo mentir: me quedé por verte bailar.
Hoy me faltan palabritas para tu alma, para tu nombre,
esta triste sensación de felicidad no cabe en los agujeros de mis bolsillos,
y acecha un fin de semana de decir, de buscar, de beber,
me aterran las palabras adecuadas, dichas en el momento oportuno,
que guardo sólo para tí.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Carta para mi hija

Cariño, hoy te escribo esta carta sabiendo que nunca la leerás.

Siento mucho no poder verte nacer, y llorar por ello. Ver cómo tu madre te abrazará llorosa, y ver cómo duermes en su regazo. Me perderé verte dar tus primeros pasos, tambaleante, y no maldeciré por las noches cuando llores. Siento no poder llevarte de la mano tu primer día de colegio, y ver cómo nos saludas a tu madre y a mí antes de entrar, ni tus batallas cuando vuelvas. Me perderé tus berrinches viendo los dibujos, y no podré comprarte nada en navidad, o verte mirar ilusionada la tarta el día de tus cumpleaños. No podré darte un beso de buenas noches, ni escribirte un cuento, sabiendo que tu madre nos observa embelesada.

No tendré fotos, ni vídeos de ninguno de esos momentos.

No sabré que, cuando un día escuches Like a rolling stone, o Stairway to Heaven, mirarás mis discos antiguos de otra manera, y unas canciones te llevarán a otras, y pensarás en mí con una sonrisa. No discutiré contigo cuando llegues tarde, o cuando disimules la borrachera. Ni pensaré que te alejas cuando te vayas con tu primer novio. No me gusta pensar que no podré consolarte si te hacen daño. No iré a tu boda, ni presumiré de tí, ni te llevaré al altar mientras tu madre mantiene las lágrimas. No pienso en que un día tú también tendrás hijos, y te gustaría saber que les quiero.

Cariño, siento perderme toda tu vida, por haber decidido que no la vivas. Esto nunca pasará, y tu madre nunca será tu madre, porque no me quiere.

Así que, perdóname, nace en cualquier lugar mejor, vive, y si puedes, sueña con alguien como yo.

Un beso, te quiere,

tu padre.

martes, 16 de agosto de 2011

Palabras (Preludio)

Mi hada, mi ángel, mi casa, mi viaje, mi duende, mi refugio, mi confidente, mi compinche, mi demonio, mi némesis, mi libertad, mi musa, mi aliada, mi antihéroe, mi héroe, mi villano, mi voz, mi silencio, mi risa, mi palabra, mi música, mi sonrisa, mi luz, mi crítica, mi fan, mi gruppie, mi sombra, mi mar, mi aire, mi oscuridad, mi perversión, mi as en la manga, mi carta marcada, mi viento, mi borrachera, mi humo, mi ruido, mi furia, mi avalancha, mi profesión, mi ética, mi moral, mi cine, mi dibujo, mi fotógrafa, mi tren, mi canción, mi gata, mi libro, mi bofetada, mi historia, mi excusa, mi tropezón, mi caída, mi burla, mi paraguas, mi chica, mi faro, mi guía, mi obsesión, mi profesora, mi susurro, mi favor, mi gracia, mi salvavidas, mi lluvia, mi grito, mi alarido, mi búsqueda, mi perfección, mi intuición, mi pelo, mi disparo, mi cielo, mi tierra, mi importancia, mi vida.

lunes, 15 de agosto de 2011

Cuando se pone el sol los días 15 de agosto

             "... quedaron atrás todos los enemigos
              y aún me queda la duda de un futuro mejor..."
                                       Enrique Bunbury

Estas últimas noches me sirven para comprender lo que me queda por vivir: todo lo perdido, lo que resta por encontrar. Entre estas horas a oscuras, aterciopeladas de viernes hasta lunes, entre todos estos cascos de cerveza, de cigarrillos y canciones, entre estos ojos verdes y negros y azules: estas mil sonrisas de hadas y putas.
Un universo alucinado y aburrido, eléctrico en su momento álgido y nocturno, dónde puedo contar hasta seis desastres consecutivos: la derrota en sí no tiene valor. Y aunque tengo que esconderme y huir, aunque no lo soporto, no podría vivir sin ello.

Y sé que esperáis mi caída, el final, la despedida, pero aún así hay momentos, muy pocos, en los que realmente corréis peligro a mi lado.

Hay momentos en los que aún reconozco mi carcajada, y me gusta cómo suena.

Princesa

A veces me duermo en tus pisadas en el barro,
buscando la forma de recordar el camino a casa,
una luz entre el agua y el frío,
una forma como cualquier otra de destino.
Y sueño que acaricio de nuevo
muchas de las cosas que te escribí,
y noto un tacto como de caricia de tu pelo,
de tu manera de cruzar las piernas, sentada en el sillón.
A veces me duermo muy temprano,
en un afán por encontrarte de repente en una esquina de mis sueños,
como cuando me esperabas, y yo llegaba tarde,
y te pedía perdón.
Voy puliendo mis recuerdos, los tuyos, los de las demás,
hasta que ciertas aristas se conviertes en verdades,
aquí, en las huellas de tus pies en la playa,
en el viento, en el sol, en el salitre, en el humo,
recuerdo ya muy pocas cosas,
pierdo la fe para inventar otras.
Me derrumbo un poco cada día,
encontrando ruinas en mi almohada,
en lugar de tu pelo, tus pestañas;
añoro un poco, quizás, hasta tu último desconsuelo,
tus idas y vueltas, tus maletas en la puerta.
Por eso a veces me duermo en tus pisadas en el barro,
son reales, aunque considere injusto recordarlo.

Saliva negra

Hoy busco hacerte temblar,
que llores,
que pienses en mí cuando no esté.
Busco hacerte ver
mi nombre grabado en una lápida de mármol,
y que cuando quieras verme
tendrás que buscar en las fotos dónde no quise aparecer.
Quiero que te resulte insoportable mi pérdida,
que sepas que no volveré a escribir,
que no volveré a hacerte reir.
Que recuerdes que me enterrarán con mis cómics y mis discos,
con mi guitarra,
que no te quedará nada
mío.
Quiero verte con ojeras y borracha,
que fumes hasta que tosas saliva negra,
que pienses que ya nada volverá a ser lo mismo,
y todo te recordará a mí.
Quiero que sufras,
que pienses lo mucho que has perdido.
Quiero que sepas que,
el día que no esté,
volverás a quererme.

domingo, 14 de agosto de 2011

Festivo

Últimamente encuentro fantasmas,
nuevos y viejos, y no tengo dónde mirar:
me escondo de sus ojos.
No puedo evitar pensar en tí,
y en tí, y en ellas.
Se me hace insoportable la cantidad,
sonreir y hablar con una detrás de otra,
en mil sitios diferentes, con mil vidas diferentes:
el peligro acecha todavía en sus ojos.
Este peligroso caminar funámbulo y ebrio,
entre el humo y la música,
esta pasión perversa y austera,
no consigue que evite la bofetada de la realidad:
me odio a mí mismo,
prefiero llegar a casa sólo.

sábado, 13 de agosto de 2011

Título: Pónselo tú

La pregunta es: ¿cúanto quieres morirte?.
Necesito alguien que odie mi pelo,
fumar mata, pero no lo suficiente.
Y te encuentro hoy, después de ayer,
y después me encuentro contigo:
hoy es el día internacional.
Me siento a oscuras a beber agua,
yo solo.

Los doces y treces de agosto

Este lento escalar entre acero y miedo,
y el resplandor de tu nueva sonrisa,
una madrugada más, un sitio nuevo,
una nueva estrella en el cielo.
Todo pasa tan deprisa que yo mismo me sorprendo,
y me encuentro huidizo y asustado,
incapaz de apartarme de los focos,
voy, y vuelvo tan rápido como puedo,
dejando atrás mi otra piel,
parte de mí, la realidad.
Me pregunto si será así siempre,
si volveré a verte,
si ha valido la pena todo el alcohol,
si será mejor esconderme.

viernes, 12 de agosto de 2011

Hoy, si que no. De verdad

Hoy fui a trabajar, después me caí de la cama, me hice una brecha en la cabeza, me fuí a trabajar otra vez, me emborraché y vine a casa a dormir.

Ya ves que no escribo nada (y esto no es un plagio, es una bofetada de realidad).

martes, 9 de agosto de 2011

Hoy no estoy para nadie

         "Hoy no estoy para nadie..."
                            Enrique Bunbury

lunes, 8 de agosto de 2011

Los ochos y nueves de agosto

Este corazón de cocodrilo enamorado,
y su sonrojante latir en azules y amarillos,
estas ganas de nada y todo al mismo tiempo,
preocuparme de no salpicar cuando escribo.
Estas postales desde países extranjeros abotonados,
en mi americana negra como un perro encerrado,
esta canción girando en mís oídos,
este contigo ni sin tí, este ruido.
Este reflejo anímico en las botellas y las copas,
este lento y minucioso repaso a tu ropa,
este pasar páginas de nuestro libro.
Esta carcajada en espera del fin de semana,
esta impaciencia de ver cómo acaba,
este sentirme como soy, como un crío.
Este trastabilleo en mi pérfido teclado,
en el que dejo migas para recordar el camino de vuelta,
este sueño repetitivo a las tres de la mañana,
esta infantil rima que no se queda quieta.
Este añorar todo lo que no ha pasado,
como si tal cosa fuera posible,
este almacén de muebles y soles abandonados,
tú y tu tácto, tan frágil, tan invisible.

Un verso

Cuando pienso en días extraños se me hace un nudo en la garganta,
y no sé qué pensar:
tu voz al teléfono suena triste y cansada.
Quiero pensar en pocas palabras y pocas sonrisas,
y un color nuevo para mañana.
Aparentar indecisión, recurrir a la llama,
el carbón de hoy no es dulce, me seca la boca,
soñar con columpios para las noches,
con la ciudad durmiendo tranquila por una vez.
Y se me encoge un poquito el alma, expectante,
al ver los nuevos avisos,
me ilusionan más mis regalos de hacerme mayor
que los de niño pequeño:
aunque pienso que algún día llegaran los tiros.
Y por ello todas estas palabras extrañas para los días extraños,
para que pasen dejando tan sólo la huella indispensable,
la sonrisa.

domingo, 7 de agosto de 2011

Sunday, bloody sunday

Puede que haya perdido mi don con el tiempo,
este tiempo oscuro de plata y salitre,
de vuelo bajo y vinilo.
Y quizás mis palabras ya no te emocionen,
porque han perdido la magia y la verdad,
asustadas entre estas ganas de sexo y provocación.
Tal vez sea culpa mía, al fin y al cabo,
yo escribo todo esto,
y creo que nunca lo hice por tí, sino por mí.
Pero lo echo de menos todo,
y me arrepiento de haber fallado así,
de haberme perdido.
Puede ser que prometiera imposibles,
nunca me escondí cuando no pude cumplir,
la sinceridad, aunque duela.
Y quizás debiera haber huido cuando tuve ocasión,
pero te quería demasiado,
creí controlar el incendio.
Tal vez mentir hubiera sido más humano,
pero rogué para que creyeras en mí,
por nada hubiera desperdiciado tu confianza.
Pero lo echo todo de menos,
y me avergüenza haberte fallado así,
hoy me avergüenza seguir escribiendo.

jueves, 4 de agosto de 2011

A oscuras

El mundo se mece entre medianoche, seda y cuero,
adormecido en su diván estrellado de neón,
y se pierden en silencio mil suspiros:
de alivio, de cansancio, de tensión,
de miedo y placer.
Poco a poco, esta madrugada de piel felina
acoge en sus brazos a todos los perdedores,
destrozados y sonrientes guerreros lejos de sus casas,
todo un mundo de miradas, olores y sabores,
de piel de mujer.

Feliz, feliz no cumpleaños

Créeme cuando te digo que te añoro,
estoy forjando un cielo en el infierno,
estoy soldando mis alas.
Me muero,
pero para tí tengo seiscientos segundos de fuego:
después comeremos flores marchitas,
a la luz de los barcos y las estrellas,
como dos viejos monstruos de este viejo dios cansado,
esperando recuperar nuestro trono.
Créeme, te digo siempre, aunque no me respondas,
o respondas cosas extrañas, que no entiendo:
hasta tengo que hacerme el cuerdo.
Prefiero mi luz y mi aguanieve, y el humo,
si puedo beber bebo,
brindo contigo por ello.
Este grillar de peces y tigres en mi teclado se me hace eterno,
pero tú siempre preferiste los leones:
te prometí cuidarlos, no ser devorado por ellos.
Así que una última sonrisa para la foto,
antes de ser fusilado, ahorcado, decapitado, electrocutado...
antes de perderme en sueños.

Todo lo que sé

                              "Este vano correr tras lo imposible..."
                                                   Enrique Bunbury

Me dejé atrapar, y ahora me importas,
sé que alguien se está acostando contigo,
y tú te corres con él.
Sé que todo está perdido,
pero ansiaba encontrarlo,
sé que la realidad supera a la ficción,
que mis palabras no te llevan al orgasmo.
Esta sexualidad eléctrica no te satisface,
y no creo que pueda encontrar el camino,
ya sea de infantiles baldosas amarillas,
o esta adolescente savia entre tus rodillas.
Sé que no me quieres ni en sueños,
que mi lengua te da miedo y asco,
sé que mis huesos se mueren por tus huesos,
se muere mi piel por tu piel,
mi boca por tus besos.
Pero también sé lo que soy y lo que tengo:
soy todo lo contrario a él,
por eso te merezco.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Palabras vacías

Ahora que hay ratas en el tejado y han pintado de blanco estos muros,
los agujeros de bala de la pared están llenos de azufre y horas:
busco los lametones oscilantes de la llama a la vela.
Arranco los últimos estertores de una dignidad alcohólica y ciega,
sentimientos vacíos manufacturados en cerillas hambrientas de fuego,
y las praderas ardiendo bajo tu mirada y tus lágrimas.
Este vomitar de dibujos sonrientes y sus almas,
la mueca, la broma, el atentado, la noche;
ahora que ya no estás aquí, y yo tampoco:
me siento como si ya no me importaras,
y mis cuervos se pelean por tus huesos, oscureciendo el sol.
No alcanzo a ver si te importo lo suficiente,
o si tus cuervos están hambrientos de mis ojos:
quizás yo esté hambriento del sonido de tus alas.

martes, 2 de agosto de 2011

Cada día que pasa

Cada día que pasa es un día que llego tarde,
en mis sueños despierto antes de alcanzar a verte.
Cada noche lo intento,
cansado tras este duelo bajo el sol,
y me emborracho para revestirlos
con el cariz de la insolencia,
con todo lo imaginable:
para que seas tal y como te quiero.
Sé que he llegado a besarte,
y recuerdo tus hombros,
recuerdo haber bailado en aquel estúpido bar,
en la arena, en la playa,
recuerdo el sol fundiéndose en ámbar y océano,
y el humo,
pero no recuerdo tus ojos.
Cada día que pasa es un día que llego tarde,
y algún día no estarás esperando.

lunes, 1 de agosto de 2011

Tú y yo

Dije que no tendría hijos, y te escribí Parto. Te dije que dejaría de quererte, y te escribí Arrabal. Te dediqué Todo lo que tengo, y era verdad. Te confesé que me drogaba, en Drogadicto. Y te hablé de sexo, en Madrugadas.

Nunca me has creído. Nunca has querido creerme.

El día que me necesites, será tarde. Y te mentiré, y no te escribiré más.

El dos de agosto

Calor, y respiro telarañas,
arrastro mis dedos por el ataúd de tierra y fuego que me han regalado
los últimos 25 años entre los árboles.
Y uno a uno, todos estos pájaros mudos de alas se me van muriendo,
los colecciono en vitrinas rotas y ensangrentadas,
entre mis botellas de ginebra y los restos de hierba sin fumar.
Y la huida amanece más cercana, y comienzo a ver
restos de tus pasos rondando mi casa,
y no sé cómo no te atreves a desaparecer para siempre, como las demás.
Aborrezco apagar colillas en ceniceros con forma de gato,
y beber en vasos con forma de gato,
y comer comida para gatos.
Y no encuentro aún el siguiente lugar,
se me escapa en forma de fosa común, dónde ya he dormido.
Tiro el agua, y la pisoteo furiosamente hasta que se convierte en mil lagartos,
en éter, y reptan y escapan como los demás,
hartos de mis ojos.
Me doy la vuelta, y ya no veo nada que me ate aquí,
no reconozco tu voz, y mucho menos la mía,
y todo lo dicho es polvo y mentiras,
mordazas y mugrientas mentiras.

La huida

Huí para no volver y encontrarte,
hoy te escapé de nuevo, y la tentación de mirarte...
no podría soportarlo.
Huí, me fuí lejos, a otra vida,
mi viaje a ninguna parte,
hoy anochezco llorando.
Huí, y escondo mi cara,
entre cabellos desmembrados,
cristales oscuros,
mil y una cicatrices.
No soporto el viento, el sol, la lluvia,
te encuentro en cada una,
y de nuevo es de noche, y no te escucho.
Huí, para no verte bailar con él,
con su risa y sus ojos,
y los míos ya están ciegos de apartar la mirada.
Huí, perdí la cordura y la calma,
me convertí en cien intrusos,
en cien perros, en mil sombras.
Huí, y no pienso volver.

domingo, 31 de julio de 2011

Tres años, supongo

Veo tus fotos antiguas,
y me fijo tanto en las fechas como en las imágenes:
algunas tienen ya tres años,
y pienso más en mí que en tí.
En cómo era, y cómo soy:
hace tres años tenía el pelo más corto,
dos trabajos,
personas que no conocía y me importaban.
Tenía cenas,
y fines de semana caóticos,
tenía sueño, y sueños.
Era infeliz, y estaba enamorado,
y no tenía casa, ni música.
Ahora tengo que cortarme el pelo,
un trabajo,
personas que reconozco,
comidas,
y fines de semana caóticos.
Tengo sueños despierto, y ya sólo duermo,
soy infeliz,
y ya no la quiero porque no recuerdo su cara,
tengo una casa, y música.
Y demasiadas cosas que no han cambiado.

La sinceridad, aunque duela

Cuando me siento a escribir, sea lo que sea, siempre pienso en tí. No sé quién eres, pero siempre pienso en tí. Te imagino, como una mezcla de todo lo que he querido de ellas, tomando de cada una lo que me hizo sentir vivo: su risa, su pelo, sus ojos, su forma de hablarme, de caminar.... O quizás no. Quizás simplemente seas una de ellas, y nunca me dí cuenta.

Quizás no seas ninguna, porque nunca me quisieron. Quizás, sencillamente, no existes.

Y si todo lo que escribo te parece real, si crees que hablo de tí, o de ellas, si has sentido o vivido cualquier cosa que haya escrito, me sentiré feliz. Porque yo no lo he hecho. Sé que existe, pero no lo he sentido, y por eso lo escribo como si me fuera la vida en ello, como si verlo escrito disipara estas ansias de vivir que no me permito.

Todo es mentira, y siento miedo y asco de todo ello.

Canciones

El día que te encontré mintiendo me quedé helado,
no me esperaba algo así,
de tí.
Me sentí estúpido y vacío, como me siento ahora,
yo nunca te he mentido.
Siempre te dije que te prefería en sueños, pero nunca aparté la cara,
que daba gracias por haberte encontrado en realidad,
hoy muchas de esas cosas no valen nada.
Y esta sucia guerra santa que has emprendido,
sola, en muchos aspectos,
no es algo que hubiera soñado vivir a tu lado.
Creo que es lo único que no había soñado,
pero tus mentiras y tus promesas carecen de valor,
igual que las mías.
El día que te encontré mintiendo moriste para mí,
siempre dije que no te haría falta traicionarme,
para deshacerte de mí.
Habría sido más fácil vivir, llorarte,
echarte de menos,
habría sido más fácil no mentir.

sábado, 30 de julio de 2011

Madrugadas

Hoy tu sexo se asemeja al lagarto despellejado que encontré de niño,
y me da miedo mirarlo,
como si aún estuviera vivo, y fuera a moverse.
Hoy mis ojos no pasan de muerto reencarnado,
de océano apesadumbrado,
de grito retenido:
no me basta tu palabra, ni tu cuerpo, ni tu alma.
Todas mis promesas no valen nada,
y las tuyas ya no las cumples desde los dieciséis años;
no voy a hacerte cambiar,
ni de opinión ni de máscara: estoy acostumbrado a la tuya.
Pero sigo temiendo que tu sexo siga vivo,
y tú respiras borracha, todo te da igual,
a mí también empieza a no importarme.
Ya no le encuentro sentido a esta farsa,
y el aire cuesta abajo de mi terraza me excita más que tú:
tampoco lleva nada bajo la falda.
Así que desespero, y te aparto, y me siento a fumar,
y ardo como arde mi cigarrilo,
como ardes tú en sueños, pensando en otros,
como arden las cosas buenas de este mundo.
Y no se me ocurre preguntar por qué, no quiero saberlo,
pero intuyo ciertas miradas, un maldito desconsuelo,
llevo cortando alas a los pájaros toda mi vida.

Graffitis en los muros

Hoy no tenía ganas de hablar contigo,
y apagué el reloj, sin echarte de mi cama;
desperté y fuí a buscar algo de beber al frigorífico,
pero cuando regresé ya no estabas.
Este ir y venir sin prisa, pero sin pausa,
y reencontrar tus pelos de gata en mi alfombra,
el oscuro ruido del calentador encendiendo,
tu nariz, tus ojos, tu espalda.
A veces tengo que bajar del ring a gatas,
me gusta besar y acariciar la lona,
si tengo que matar lo haré muriendo,
me dices que siempre lleve mi espada.
Te fuíste porque no me querías,
te dije mil veces que yo no te quiero,
sólo busco, y siempre encuentro,
un duelo literario para niñas.
Si esto te ha hecho reir, me alegro,
si quieres guerra, la tendrás,
pide, pide sin miedo,
desharé la rima, te haré temblar.

miércoles, 27 de julio de 2011

54 versos

Hoy estas paredes han terminado de cercarme,
y he lamido todo lo que quedaba de ti en mi,
desenroscándome del cuello un dragón riendo,
mientras la luna me sonríe en un laberinto de emociones inexplicables:
ella me tiñe en azul, llorando en un rincón encantado.
He surfeado dos segundos las olas de mi guitarra
hasta perder la cabeza en ella,
y la he destrozado contra el suelo intentando recordar la letra de la canción que te escupí ayer:
esta carretera empedrada en venas no me satisface como tú,
y no creo que vuelva a hacerlo nunca.
Un júbilo inalterable ante la última palabra,
antes de desaparecer en oro y arañas,
antes de que cierres la puerta y pienses que ya no me quieres:
puedo acariciar tu sonrisa.
Créeme con estupor y cariño, nadie más lo haría,
tal vez todo este mundo de cristal de incienso y humo nuble mis entrañas,
pero recuerdo la primera vez que te soñé desnuda,
la primera vez que soñé tu voz,
y al despertar existias inalcanzable y huidiza.
Y te ví bailar aquella estúpida canción,
recuerdo fumar y reirme, beber, también soñé que bailábamos:
tú y yo.
Por eso esta ruina ahora, viéndote sentada y triste,
no consigo recordar aquella canción estúpida, y las mías no te hacen sonreir:
escribo líneas rotas de recuerdos de animales muertos,
y no alcanzo a ver el sol tras tus rodillas.
Ayúdame tú entonces, cree en mí cuando me atrevo a hablarte de pájaros,
mis ciudades en llamas y hielo no resultan tan reales al fin,
mi fuego es solamente fuegos artificiales,
el alcohol es la forma más rápida de comprender lo que siento,
y mi boca no sabría besarte, pero sí dormir contigo.
Pero ya casi ni te veo sentada,
te me escapas en horas intermitentes entre la rutina y el adiós,
y pierde impacto la bala, la fotografía, el desliz, el abrazo:
creo que ya no me queda nada,
pero sueño que podría encontrarlo.
Así que me siento y pienso en tí y en la manera más extraña de dibujarte,
mis palabras se arremolinan confusas entre sábanas y hogueras,
buscando un tacto y un sonido que oscile entre lo dulce y lo amarillo,
como nosotros, nuestra aura de locos,
y pienso más y más y más en tí,
en tus ojos:
sueño que vuelvo a verte sonreír.
El lugar que añoro no entiende de esta fisicidad mundana y arcaica,
y el dragón que me he desenroscado sigue durmiendo entre tus manos,
temeroso de moverse, de despertar y que no estés,
también así me siento yo:
hay días que no me bastan mis sueños, y acabarás yéndote con otro.
Y cuando vuelvas a estar sentada y triste con los ojos clavados en el vacío,
él no sabrá escribir canciones, ni estúpidas ni perversas,
y cuando te acuerdes de mí, ya estaré muerto,
no habrá paz, ni países, ni sexo que lo cambie:
mientras tanto, te echo de menos.

martes, 26 de julio de 2011

Dedicatoria

                                 "... a la Alicia que fuí,
                                   y a la que quiere ser Reina..."
                                                        :)

A la Alicia que amé, y se convirtió en Reina,
a la más oscura de las leyendas,
a los cuentos de hadas y príncipes desterrados,
a mi infancia, a tu rizos dorados.
A los caballos fieles, flores de un día,
a los hechizos y a los magos,
a los besos que se dan a los sapos,
a la luz que aleja las tinieblas de mis días.
A la suave canción, de las chicas morenas,
a los ojos negros de algunas sirenas,
a las espadas, a los dragones, a las fieras.
A los versos robados a las musas,
a las más estúpidas excusas,
al lado oscuro de la luna.
A los héroes de cómic y sus villanos,
a las noches pasadas en vano,
a algunas fotos estivales, en verano,
a sol que calienta los huesos, las manos.
A las dedicatorias sencillas y repetitivas,
a creer en lo que dices cuando me miras,
a todas estas sonrisas.

lunes, 25 de julio de 2011

Reencuentro

Hoy he vuelto para verte a través de mis ojos,
sin mediar alcohol alguno, y me he sorprendido dudando:
estás mucho más guapa.
Tu voz sigue siendo tan cálida como ayer,
aunque todavía me avergüence escucharla,
y me siento pequeño y asustado.
Eres una nueva luz, pero diferente a las otras,
y ya me aterroriza perderte, saber de tu vida,
descubrir que puedas ser como las demás.
Me gustas tanto que no quiero volver a verte:
me quedo con esa mirada felina,
ese paso rápido y decidido,
esos ojos negros, esa sonrisa,
esa canción argentina.

72 horas

Llevo tres días bebiendo tanto que hoy no sé que hacer. Me restaño las heridas de la noche de ayer, en la que liberé todos los demonios, en un frenesí de destrucción abrumador, rodeado de alcohol. Y me encuentro en un estado de duermevela constante, incapaz de dejar de tiritar, de probar bocado, de mirar a lo lejos.

Me reencuentro repentinamente solo, vacío de nuevo y cansado. Intentando escribir algo, cualquier cosa, que me proporcione algo de paz, y no me cree más problemas. Así, voy repasando momentos de estas últimas 72 horas, en busca de una pizquita de inspiración, de algo que merezca la pena destacar, pero no encuentro mucho, la verdad.

Pero sí recuerdo unos ojos negros, y una cálida voz de acento argentino.

domingo, 24 de julio de 2011

La realidad (sobrio)

Hoy, a falta de muchas cosas, he encontrado realidad.

Parece algo fácil de encontrar, de no olvidar que está ahí, pero a mí siempre me pasa. Son ya más de 25 años huyendo desesperadamente de ella, en forma de películas, canciones, libros y versos desperdigados. Nunca me he sentido cómodo, ni muy querido en el mundo, en esta realidad que me ha tocado vivir, salvo contadas excepciones.

Siempre suelo llevar el piloto automático puesto, haciendo tan sólo lo que se espera de mí, y dejando escapar los días, con la esperanza de llegar al último. Por eso, cuando encuentro algo que se asemeja tanto a todo lo que he soñado o querido, algo tan perfecto y bello en su forma más simple, que me hace sentir vivo y me devuelve la esperanza, sin pedir nada a cambio, y que me permite ser yo mismo durante unas horas, o minutos...

Por eso me olvido de la realidad, y cometo estupideces, y hago lo que haría cualquiera de los personajes de tantas y tantas películas, y libros, y poemas. Yo lo llamo arder. Para el mundo real es perder la cabeza.

Y no debo olvidarme de la realidad, del mundo que me rodea, que nos rodea a todos, y que yo no conozco. No puedo hacer lo que quiera, si afecta a otras personas, y se me olvida muchas veces. Sé que es un error imperdonable, y también una falta de respeto, lo que es aún más grave.

Así que hoy, desde esta reencontrada realidad, una vez más, te pido perdón. Pero también te pido que no dejes que me quede en ella.

Una sonrisa,

:)

Miedo

Desde ayer no controlo mis actos, sólo los provoco,
esta electricidad que recorre mi piel no me pertenece,
así como los besos que no he dado, y las palabras muertas.
Cada sensación dispara un acto nuevo de deslealtad,
de lealtad mal entendida, y temo sobrepasar el límite,
temo perderme de nuevo, y reencontrar los lobos.
Aún pienso en mí en el destierro, olvidando mi vuelta a la vida,
y los quehaceres mundanos de esta devuelta realidad me sobrepasan,
por eso ruego que me creas si digo lo siento, perdóname.
No es nada de nada,
sólo soy yo.

¿Qué clase de día ha sido?

Hoy, ayer y anteayer,
¿qué clase de día ha sido?.
Esta rotunda sordidez, esta tensa espera,
este final del camino.
Estas palabras enfebrecidas y nocturnas,
esta claridad absoluta,
este jaguar, esta jungla,
este inquieto despertar a oscuras.
Deshacerme de todo cuanto ha pasado,
revivir mil veces los mismos instantes,
precipitarme de nuevo vaso abajo,
creer en tí por encima de todo cuanto pase.
Sacudirme estas ganas de destrucción,
recobrar el aliento, el aire,
esquivar un último baile,
sonreir al escuchar tu canción.
Encontrar la palabra exacta que defina,
esta fe desesperada, esta búsqueda:
porque no mentía en nada de lo que decía,
te he soñado, y existes, musa.

miércoles, 20 de julio de 2011

Mañana

Mañana es el último antes del fin del mundo,
y me esperan, dicen, 24 horas más,
de casa y trabajo,
de pena y olvido,
antes de arrancarme de dentro carcajadas del fin de semana.
Un fin de semana abrupto,
de viernes a lunes,
que dejaré pasar sin rastro de sábado o domingo.
Mañana esta sordera se convertirá en ceguera,
y viceversa,
daré de comer a los lobos.
Dentro de mí, y dentro de tí,
no florecerán más lunas ni mieles,
no sonreiré.
Tiemblo incontroladamente esperando tu mensaje,
que no sé si leeré, si atreverme siquiera,
no sé que hacer.
Alargar este hoy no me sirve de nada,
el tiempo se me escapa desesperado,
y me cerca esta pronta oscuridad, antaño revuelo y palabras.
Esta sensación física de miedo,
este hastío, este duelo,
este manoseado absurdo febril impúdico cansado furioso silenciado te quiero.

Hoy

Hoy empezó ayer de noche a oscuras,
tras el trabajo, la casa, la vida,
y ví lo silencioso y limpio que estaba todo,
y no me quedaron fuerzas para llorar.
Y así, extraño y vacío, me encuentro ahora,
paseando a mi perro muerto,
jugando con mi gato muerto,
este abrumador silencio.
No quiero nada, y lo quiero todo,
porque no me basta con tu palabra,
ni tu recuerdo, ni tus besos:
mi perro y mi gato muertos están más vivos que yo.
Apuñalo otro día en el calendario,
de este julio gris con alma de noviembre,
preludio de otro invierno desasosegante,
no me reconozco en el espejo después de todos estos años.
Este olvido paulatino de mí y de tí no me favorece,
se me escapa por qué te quería, o te quiero,
se me olvida tu última frase,
y lo que le respondí a la puerta cuando la cerraste.
Y tiro la botella medio vacía al levantarme,
y fumo a oscuras en el balcón,
y veo pasar el viento y la lluvia,
y me pregunto por qué, aunque no quiero saberlo.
Me sorprendo desesperanzado y desilusionado,
sin rabia ya siquiera como para que me importe,
me pierdo en esta comida que no es más que comida,
en esta vida sórdida, desalentadora,
en esta pérdida de tí,
con mi perro y mi gato muertos.

domingo, 17 de julio de 2011

Alta fidelidad

Ella me dijo que no - Enrique Bunbury

                No me tienes que impresionar,
                ni que seguir la corriente...
                                                        Enrique Bunbury

Ella me dijo que no,
la decepcioné,
no lo hice nada bien;
no consigo aprender,
soy como un animal extraño
devorándote.
Ella me dijo adiós,
no es posible el amor
como una destrucción.
Si hay incendios de mañana
ya no hay lucidez
sin esperanza.
Por estar en cualquier parte salvo aquí
fui un turista de la belleza,
las cosas que uno hace para vivir
y no perder la cabeza.
Ella dijo se acabó,
y yo la creí, ¡¿cómo no?!,
la verdad es un armario
muy solicitado,
y con poca luz.
Ella dijo es el final,
y yo lo soñé,
la noche anterior;
la fatídica raíz
del augurio y la premonición.
Por estar en cualquier parte salvo aquí
fui un turista de la belleza,
las cosas que uno hace para vivir
y no perder la cabeza.
El dolor era anterior al pensamiento,
los orígenes perdidos del lamento
¿dónde están?;
nos salimos de la ruta.
Por estar en cualquier parte salvo aquí
fui un turista de la belleza,
las cosas que uno hace para vivir
y no perder la cabeza.
Ella dijo se acabó.

Ayer, uno de estos días

Ayer,
arrancando el eco de tu voz de las paredes de mi pasillo,
tu mirada del espejo, tu vestido de la habitación,
descubro asustado la verdad:
no hay nada tuyo en mi casa.

Tan sólo estás clavada en mi,
y no quiero arrancarte.

El incendio

Provocado el fuego, sólo para verte arder,
para ahuyentar este frío,
y verte sentada acariciando mi pelo,
para que mis manos no te resulten tan extrañas.
Para que todo lo que te digo no sea mentira,
no sean más que promesas eternas,
que arda contigo esta realidad,
que de las cenizas resultantes
tiña el viento de gris nuestros corazones azules.
Vacío mi copa, sin brindis alguno,
extraño un poco tu desasosiego,
pero tus ojos hoy no arden,
me miran apacibles, compadeciéndome,
y me hacen sentir vacío y solo.
Odio toda esta calma, este silencio,
pero mi odio no vale nada,
siempre me decías adiós, anticipando la huida.
Añoro esa tibia comprensión maternal que me dabas,
como si algún día fuera a cambiar,
quizás eso es lo que esperabas y te cansaste,
aborreciste este naufragio compartido.
Hoy recurro a estas mal llamadas palabras,
mal descritos sentimientos,
perdido y confuso ante nuevos destellos de vida,
que se me escapan entre las resacas que colecciono.
Puede que sólo me quisieras como se quiere a un perro,
y por eso te fue tan fácil abandonarme.

Domingo, 17 de julio, son algo más de las tres de la tarde

                                     Parasiempre,
                                     no hay nada parasiempre...
                                                         Enrique Bunbury

Liquidamos otra historia, otro fin de semana, otra semana. Declaramos infructuosa la búsqueda, no hemos podido encontrarte. Esperaré a mañana, al próximo fin de semana, a mi siguiente vida. Esperaré a encontrar las palabras, a tu sonrisa, a la siguiente copa. He tenido que huir, lo siento, no podía soportarlo. Puede que estuvieras allí, pero prefiero no verlo.

Te prefiero tal y como te quiero, como siempre te he soñado.

sábado, 16 de julio de 2011

Sábado, 16 de julio de 2011, son más de las siete de la tarde

Hoy me llueve, y me encadeno diez minutos más a la tarde. Pronto será hora de empezar a beber, y me encuentro algo cansado, aunque ilusionado. Disfruto nuevamente de mi presencia, engrandeciendo mis virtudes, convirtiendo en excentricidades mis defectos. Y esta desesperación es más lúcida que nunca, y si tengo que reventar en carcajadas lo haré, y te bañaré en ellas cuando pases a mi lado.

Hoy saco de paseo a los lobos, y, aunque claro que tienen miedo a morirse solos, ya están acostumbrados. Y se ríen mucho más y mejor que yo.

El disparate del caos

Todavía te intuyo entre las palabras,
sigo el rastro de tu perfume entre todas estas sílabas,
y me estremezco sólo de recordarte caminar.
Aún es temprano, y reconozco la luz de sol,
arranqué las cortinas cuando te fuíste.
Todavía me soprende el humo de tu cigarro,
verte aparecer de vez en cuando,
encontrarte en otras mujeres,
en sus labios, en su pelo, en sus ojos,
pero no es lo mismo sin tí.
El eco de tu voz,
de tu llanto quedo y tu rabia,
este desagradecido descontento,
esta mirada rota e incalculable,
es todo lo que queda de nuestra calle.
Y vuelvo de nuevo a todas estas palabras vacías,
que buscan hacerte cambiar de opinión,
que arrullan mi perdón,
que intentan expresar cuánto te quiero,
cuánto te echo de menos.