sábado, 5 de noviembre de 2011

Franela

Sentada, las piernas cruzadas se balancean,
y en la luna se reflejan los charcos mientras fumas,
una diosa egipcia se despereza pidiendo comida,
la franela se mueve mientras te mueves,
y las rayas infinitas bailan y se agitan,
hacen que el resto del mundo parezca más cálido.
Franela, la obsesión por encontrar algo más,
el boceto en tu cuaderno, la palabra en tu vida,
un trocito de lo que eres, de lo que serás,
mientras más y más minutos se agitan en el reloj,
tratando de recordar qué hiciste ayer,
qué harás en el frío, en la noche, en el mundo.
Franela, las sílabas que arrastran mi lengua,
la sonrisa vertical,
y, en la calle, los saltos que preceden los nuevos pasos,
nuestro alrededor es mucho más gris,
menos obsceno que tu pijama.
Franela, la persecución del sueño,
pero también la caricia y la huida,
el gesto inconsciente de los dedos en la tela,
la tristeza y la melancolía.
Franela robada,
encinta de un nuevo espíritu indomable,
franela de rayos de sol por la mañana,
descubriendo líneas dispersas en tu cama,
la fotografía entre otoño e invierno,
una tierna súplica a las hadas.
Franela, viento en cascada,
y la magia oculta en tus ojos y tus abrazos,
la pelea por la calma,
huracán viajero y ambulante y políglota,
franela, no existen las palabras.

1 comentario:

  1. Dos veces lo leí. Y las dos veces me hiciste llorar en el mismo segundo exacto. :)

    Mago.

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