martes, 27 de septiembre de 2011

La última vez

La última vez que me suicidé desperté entre tus piernas,
absorto entre la bruma y los crímenes sin resolver,
cabizbajo, aún somnoliento,
lamo tu sudor frío mientras duermes envuelta en pesadillas,
y me descubre nuevas sensaciones, y también antiguas.
Despiertas, aún intranquila, pero excitada,
y rememoras los besos que me dabas cuando no me querías,
cuando éramos lobos.
La última vez que me suicidé estabas conmigo,
sujetando mi mano frente al fin,
y no nos hicimos viejos frente al televisor:
volveremos a vernos, dijiste, y no mentías.
Resquebrajé un poquito más tu alma y tu sexo,
y corrimos juntos hacia el amanecer, escapando de la noche,
tu corrías más que yo, y reías, y llorabas.
La última vez que me suicidé,
encontré una casa vacía, nubes muertas y la noche absoluta,
y recordé mis mentiras, la verdad, el silencio,
el aire frío en nuestros pulmones de acero y sangre:
la misma sangre que lamo ahora desesperado:
tus ojos se cierran, y comprendo no volveré,
ya no nos queremos.

3 comentarios:

  1. Hoy me emocioné al ver mi nombre escrito a bolígrafo al final del poema en el que los murciélagos yacen esparcidos por el suelo.

    Fue un segundo íntimo. Y tienes una letra preciosa.

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  2. Hoy, de nuevo, me volví loca. Aproveché que era viernes y no estabas, para poder desquiciarme sin tener que disimular. Me desquicié hasta que salió sangre. Pero poquita. Me gusta que duela, pero no mucho. Porque, como todo lo que hago, también esto lo hago para que me mires. Para que me mire todo el mundo.

    Ahora no lo puedo evitar, y se me atragantan las lágrimas cada dos minutos. Hay veces que no soy una persona. Sólo un demente.

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  3. "Porque, como todo lo que hago, también esto lo hago para que me mires".

    Si algún jueves estuvieras más atenta, verías un pedacito de tí clavado en mi pared, sin que yo dijera nada.

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