lunes, 31 de octubre de 2011

Noche de difuntos

La última noche de difuntos escapa mientras acaricio tu piel de cementerio,
mientras bailamos en la cornisa, acariciando el viento,
y cien sombras asustadas nos persiguen envidiando nuestros pasos.
Se mecen juntos tu sonrisa y mi extraña cola rojiza,
mis pies de lobo hambriento y tus ojos,
tus ganas de vivir a contracorriente y mi deseo de acabar con todo:
esta extraña felicidad sin motivo me desorienta,
la caída resulta mucho más insoportable.
Así, arrastro y araño estos barrotes de lunes,
confundido por el resto de monstruos insomnes que me rodean,
y veo pasar el resto de tu vida, sin tocar siquiera mis sueños:
nuestros aullidos ensordecen el cielo,
el mundo se desmorona en nuestra cama.
En esta última noche de difuntos trato de reencontrarte,
intento redescubrir la grieta lamiendo en tus alas,
busco la miel en tus hombros, la brisa en tu pelo,
aunque sé que ya nada importa:
estoy solo, cansado, triste, despierto.

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