lunes, 25 de julio de 2011

Reencuentro

Hoy he vuelto para verte a través de mis ojos,
sin mediar alcohol alguno, y me he sorprendido dudando:
estás mucho más guapa.
Tu voz sigue siendo tan cálida como ayer,
aunque todavía me avergüence escucharla,
y me siento pequeño y asustado.
Eres una nueva luz, pero diferente a las otras,
y ya me aterroriza perderte, saber de tu vida,
descubrir que puedas ser como las demás.
Me gustas tanto que no quiero volver a verte:
me quedo con esa mirada felina,
ese paso rápido y decidido,
esos ojos negros, esa sonrisa,
esa canción argentina.

2 comentarios:

  1. Me rondaste durante días que fueron siglos,
    en los que a las horas se las comían las gaviotas, las garzas y los pavos reales.
    Estuvimos en todos y cada uno de aquellos sitios.
    En todos me besaste. En todos gemí y temblé y creí que soñaba.
    Eras tan alto y tan moreno, que creí que iba a morirme.
    Tus brazos cercaron en mundo que ya no tenía nombre
    y me lamiste entre las piernas, como lamen los perros. Como me lames la boca.
    Exploté, y el mundo tuvo sentido de nuevo.

    Mi muerte fue una muerte lenta e inexorable.
    Perdiéndome en ti me fui muriendo. En el puerto, en la playa,
    en aquel y en otros, en todos y cada uno de los asientos traseros.
    Perforaste mis tímpanos y atascaste mis venas,
    Y nada tiene olor ni sabor ni textura ya, todo está vacío y yermo.
    Tengo un hueco tan grande, tan grande dentro
    que sólo llenan tus jadeos.

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  2. Y aunque con sus palabras escribía mis sueños
    yo ya sólo pensaba en sus dedos.
    Tan largos, tan profundos, tan suaves, tan intensos.

    Y leyó los poemas sólo porque tú los leíste primero.
    Lectura vertical, a grandes rasgos, con recelo.
    Sólo quería escribir nuestra historia, los versos malditos
    los besos de otros
    todo lo que soy una y otra vez, todas las lágrimas y los lamentos,
    los rompió todos.
    Y quise escribir y no quise.
    Y ya sólo pensaba en sus dedos.
    Ya sólo pensaba en sus manos, en sus brazos aquel día exacto, en mi hueco en su cuerpo.
    Ya sólo pensaba en sus dedos.
    Tan largos, tan profundos, tan suaves, tan obscenos.

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