jueves, 1 de septiembre de 2011

200 entradas

Hoy, estaba tratando de escribir un poema para la entrada nº 200, para ver un poco por dónde iba todo esto, y dónde me había llevado. Llevaba unos diez versos, y me paré a releerlo: era tan malo, tan vacío y estúpido que parecía hecho a propósito. Y me sentí avergonzado, por todo el tiempo que he perdido en escribirlo, en corregirlo, en leerlo. Y me entristece pensar en todo el tiempo que habré desperdiciado con los demás, y en el tiempo que habrá perdido el que los haya leído.

Y soy tan sumamente infeliz que me doy miedo. Me doy tanto miedo que no puedo ni dormir, y sólo hago cosas estúpidas y superficiales, como si me importaran.

Y la verdad es que me importa todo tan poco, que ya nada tiene mucho sentido, y sonrío mucho más, por no arrancarme los ojos. Y echo de menos todo, todo absolutamente, y todo lo que hago ahora no me sirve de nada. No siento ya nada de lo que escribo, así que no vale de nada.

Tenía el agujero, y la tierra. Hoy he escrito mi lápida.

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