lunes, 8 de agosto de 2011

Los ochos y nueves de agosto

Este corazón de cocodrilo enamorado,
y su sonrojante latir en azules y amarillos,
estas ganas de nada y todo al mismo tiempo,
preocuparme de no salpicar cuando escribo.
Estas postales desde países extranjeros abotonados,
en mi americana negra como un perro encerrado,
esta canción girando en mís oídos,
este contigo ni sin tí, este ruido.
Este reflejo anímico en las botellas y las copas,
este lento y minucioso repaso a tu ropa,
este pasar páginas de nuestro libro.
Esta carcajada en espera del fin de semana,
esta impaciencia de ver cómo acaba,
este sentirme como soy, como un crío.
Este trastabilleo en mi pérfido teclado,
en el que dejo migas para recordar el camino de vuelta,
este sueño repetitivo a las tres de la mañana,
esta infantil rima que no se queda quieta.
Este añorar todo lo que no ha pasado,
como si tal cosa fuera posible,
este almacén de muebles y soles abandonados,
tú y tu tácto, tan frágil, tan invisible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario