miércoles, 27 de julio de 2011

54 versos

Hoy estas paredes han terminado de cercarme,
y he lamido todo lo que quedaba de ti en mi,
desenroscándome del cuello un dragón riendo,
mientras la luna me sonríe en un laberinto de emociones inexplicables:
ella me tiñe en azul, llorando en un rincón encantado.
He surfeado dos segundos las olas de mi guitarra
hasta perder la cabeza en ella,
y la he destrozado contra el suelo intentando recordar la letra de la canción que te escupí ayer:
esta carretera empedrada en venas no me satisface como tú,
y no creo que vuelva a hacerlo nunca.
Un júbilo inalterable ante la última palabra,
antes de desaparecer en oro y arañas,
antes de que cierres la puerta y pienses que ya no me quieres:
puedo acariciar tu sonrisa.
Créeme con estupor y cariño, nadie más lo haría,
tal vez todo este mundo de cristal de incienso y humo nuble mis entrañas,
pero recuerdo la primera vez que te soñé desnuda,
la primera vez que soñé tu voz,
y al despertar existias inalcanzable y huidiza.
Y te ví bailar aquella estúpida canción,
recuerdo fumar y reirme, beber, también soñé que bailábamos:
tú y yo.
Por eso esta ruina ahora, viéndote sentada y triste,
no consigo recordar aquella canción estúpida, y las mías no te hacen sonreir:
escribo líneas rotas de recuerdos de animales muertos,
y no alcanzo a ver el sol tras tus rodillas.
Ayúdame tú entonces, cree en mí cuando me atrevo a hablarte de pájaros,
mis ciudades en llamas y hielo no resultan tan reales al fin,
mi fuego es solamente fuegos artificiales,
el alcohol es la forma más rápida de comprender lo que siento,
y mi boca no sabría besarte, pero sí dormir contigo.
Pero ya casi ni te veo sentada,
te me escapas en horas intermitentes entre la rutina y el adiós,
y pierde impacto la bala, la fotografía, el desliz, el abrazo:
creo que ya no me queda nada,
pero sueño que podría encontrarlo.
Así que me siento y pienso en tí y en la manera más extraña de dibujarte,
mis palabras se arremolinan confusas entre sábanas y hogueras,
buscando un tacto y un sonido que oscile entre lo dulce y lo amarillo,
como nosotros, nuestra aura de locos,
y pienso más y más y más en tí,
en tus ojos:
sueño que vuelvo a verte sonreír.
El lugar que añoro no entiende de esta fisicidad mundana y arcaica,
y el dragón que me he desenroscado sigue durmiendo entre tus manos,
temeroso de moverse, de despertar y que no estés,
también así me siento yo:
hay días que no me bastan mis sueños, y acabarás yéndote con otro.
Y cuando vuelvas a estar sentada y triste con los ojos clavados en el vacío,
él no sabrá escribir canciones, ni estúpidas ni perversas,
y cuando te acuerdes de mí, ya estaré muerto,
no habrá paz, ni países, ni sexo que lo cambie:
mientras tanto, te echo de menos.

2 comentarios:

  1. UUUUUUUUUUFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF!!!!! Cuando pienso q no podrías sorprendernos más... vas y la cascas!!!! :D.
    Me atrevo a decirte q es el poema más desgarrador q has escrito. Sublime!!!! Gracias x compartirlo.

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  2. Dos versos.


    Nos comimos el mundo, y la boca.
    Y todo fue eterno.

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