domingo, 20 de noviembre de 2011

Inconscientemente los rugidos

Perdón por dejar morir a los leones,
por encontrar nuevas canciones,
por firmar mis declaraciones,
por aparentar, por hablar, por disimular,
por contradecir y negar mis intenciones.
Perdón por una semana sin títulos,
por convertir los espejos en añicos,
por permitir silencios pequeñitos,
por darle vueltas a cosas que no tienen fe,
por escribir un mapamundi de abismos.
Perdón por no saber estar callado,
por temer hablar demasiado,
por no intuir que hablo demasiado,
por las etapas,
por no alegrarte las mañanas,
perdón por hacerte pasar malos ratos.
Perdón, de nuevo, perdóname,
por no escuchar los aullidos,
por buscar inconscientemente los rugidos,
por hacer que tengas que decir lo que digo.
Perdón, de nuevo, olvídame,
tan sólo se me olvida este maldito olvido,
se me olvida que aún tengo mis discos,
perdón por no sonreír,
perdón por haber sonreído,
por olvidarme de vivir.

1 comentario:

  1. Gracias por dar de comer a los leones,
    por soltar la aguja en la canción adecuada,
    por declararte de verdad y de mentira.

    Gracias por esconderte y escuchar,
    por hacer miles de promesas como las de los piratas.
    Gracias por los poemas que no dejan respirar.
    Gracias por lo que dices y lo que callas,
    por los albores y los ocasos, por los oasis entre horas.

    Gracias por los aullidos, por los chillidos,
    por los gritos, los silencios y los rugidos.
    Gracias por los ronroneos.

    Gracias por sonreír, y por el gesto serio,
    cuando hablas de cosas terribles y no te tiembla
    ni la voz ni la mano.
    Gracias por el vino y la hierba.
    Gracias por todas las palabras.

    Gracias por equivocarte con las fechas,
    para crear nuevos días, nuevos años extraordinarios.
    Gracias por olvidarte de la vida.
    Por dejarte bigote.
    Por ser el director, el compositor, el poeta.

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