Créeme cuando te digo que te añoro,
estoy forjando un cielo en el infierno,
estoy soldando mis alas.
Me muero,
pero para tí tengo seiscientos segundos de fuego:
después comeremos flores marchitas,
a la luz de los barcos y las estrellas,
como dos viejos monstruos de este viejo dios cansado,
esperando recuperar nuestro trono.
Créeme, te digo siempre, aunque no me respondas,
o respondas cosas extrañas, que no entiendo:
hasta tengo que hacerme el cuerdo.
Prefiero mi luz y mi aguanieve, y el humo,
si puedo beber bebo,
brindo contigo por ello.
Este grillar de peces y tigres en mi teclado se me hace eterno,
pero tú siempre preferiste los leones:
te prometí cuidarlos, no ser devorado por ellos.
Así que una última sonrisa para la foto,
antes de ser fusilado, ahorcado, decapitado, electrocutado...
antes de perderme en sueños.
inserte orden: Debo dejar las drogas
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