miércoles, 9 de noviembre de 2011

La voz de los miércoles dormidos

Mientras acaricio los días,
y relamo estos diez últimos céntimos en sombra,
mientras pienso en absolutamente nada.
El relámpago quiebra mis noches más a menudo de lo habitual,
sueña con verte panza arriba, arañando lo que queda de cielo,
yo sueño con provocar a esa psicópata que llevas dentro,
tan dentro que sólo la intuyo,
y quiero emborracharme y acostarme con ella,
sabiendo que no existirá por la mañana.
Porque el redoble de tambor anuncia la llegada del sueño:
la acróbata, la contorsionista,
la coincidencia mágica e inasible que pasa las páginas de mi vida.
Porque el humo oculta las palabras y las sonrisas:
es mi nuevo mejor amigo, mi droga y mi consejo,
es la esquina doblada del cuento que escribes en una libreta nueva.
Ahora grito en silencio, rio en silencio, maúllo en silencio,
guardo mi voz como un milagro, nuevo y pasajero,
ya no aullamos: ahora rugimos.

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