sábado, 31 de diciembre de 2011

Lo mejor de lo mejor de este blog.

meow dijo...

Sé que odias escribir en entradas antiguas. Violo con el presente los diarios muertos del pasado, y desordeno las páginas de las historias. Pero hoy no estás, y quizás tardes en encontrar esto. Espero que al leerlo estés sonriendo. Yo sonrío. Sonrío al pensar en que tú también querías a B.B., como la quisieron todos. Porque era rubia y francesa. Porque tenía unos ojos de gata que hasta yo le hubiese desgarrado la boca a mordiscos. Porque era felina, espectacular, magia. Apuesto a que lamiste su espalda. Sonrío al pensar en los recursos poéticos. En los lobos, en las lunas, en los gatos, en los celos. Que se repiten en los poemas, en todas las grandes canciones. Sonrío al pensar que los poetas de hoy, de azoteas y circos, con gatos y plata y hermanas pequeñas, son los poetas de ayer, de Francia y cabaret, con gatos y lunas y chicas contra la pared. Sonrío al pensar que somos malos escritores, que movemos las palabras, las mismas palabras de siempre. Las únicas que conocemos. Y sé que Jane Birkin también cantó canciones que no eran suyas. Y a quién le importa. A mi también me gustaban más sus ojos, y a ti tampoco. Y se también que su voz se alzaba en susurros más alto que ninguna otra, y que pasados diez años te dijo que se largaba. Porque no aguantaba la decadencia. Y sonrío, no de alegría, y tampoco de pena, sólo sonrío, al imaginar el alcohol, y los refugios en las faldas en las tabernas en la oscuridad y los poemas, al imaginar el dolor y la suavidad de las yemas de los dedos, las espirales de autodestrucción, el no dormir ni terminar de despertar. El silencio. Y se me pone la piel de gallina porque te veo, te conozco, te imagino. Y te miro mientras te dibujas nítido, cada día que tachas al calendario, en la piel de tus héroes.

martes, 13 de diciembre de 2011

Qué

Qué poquito real parece ahora todo esto.
Qué inútiles todas las palabras que tratan de explicar lo que siento.
Qué vergüenza haber reducido todo a este cuadrado abierto al mundo.
Qué camino tan estrecho.
Qué desastre de inútiles intentos.
Que extraña manera de decir te quiero.
Qué poco significa eso.
Qué miserable pérdida.
Qué ganas del siguiente día.
Qué corazón con sabor a despedida, qué realidad amarga, qué de días.
Qué dormir sin dormir, comer sin hambre, moverse.
Tan sólo existir.
Me conformo con eso.
Eso es mi vida.