lunes, 27 de junio de 2011

Vacaciones, día 4 - Parte II - 01:49

Una vez, en uno de los poemas antiguos que escribí, había dos frases que no me han abandonado nunca, a pesar de que el poema siguió el mismo camino que los otros cientos de condenados: romperlos en trocitos y tirarlos a la basura. No es agradable, pero ayuda a limpiar las ideas y a distinguir lo malo de lo peor.

Las dos frases eran:

"Y es de noche, y estoy solo.
No es nada de nada, sólo soy yo".

Es cierto que casi siempre cumplo las dos premisas, para bien o para mal. Y lo asumo, aunque a veces me cuesta aceptarlo. Es un precio a pagar, mientras pueda levantarme y mirarme al espejo sin avergonzarme demasiado, y mientras pueda escribir lo que siento.

Supongo que antes era más fácil, porque, o lo escribía y lo rompía, o lo escribía y permanecía oculto. Ahora, en esta era de adelantos y comunicación y redes "sociales", me transmuto un poco en una especie de "héroe trágico" o "alma torturada" (no recuerdo bien cómo me llamaste) y todo esto aparece aquí; como si a alguien le importara, o como si buscara consuelo o aprobación o alabanzas.

Y no busco nada de eso. No busco nada en realidad, sólo lo mismo que cuando tenía 12 años y me quedé mirando un folio en blanco en clase: deshacerme de una parte de mí que me desborda a la mínima que me descuido; que no me permite levantar la cabeza, o hablar más a menudo.

Hoy, ahora, últimamente, suele hacerse de noche, y no estoy solo. Y ser yo, es bastante más de lo que había imaginado.

1 comentario:

  1. Lamento profundamente no haber sabido apreciar esto en su momento. Aunque más vale tarde que nunca. Lo aprecio ahora.

    ResponderEliminar