martes, 21 de junio de 2011

005


Sólo intento recordar que toda la vida que necesito está en estos 22 cigarrillos,
recordar que ésta no es mi piel,
que toda tu piel no me reconoce.
Veo que en tu nueva risa se me pudren avergonzados los días
y aún así quiero besarte y follarte y sangrarte:
destruir todo lo que tengas de real y físico hasta que no quede nada.
Me pierdo buscando la manera de atravesar el fuego y el humo todas las noches,
ahogando en ginebra mis sueños hasta que se partan y pueda liar lo que quede de ellos,
sin atreverme a invitarte.]

Y puedo regalarte la Luna asustada en cientos de pedazos,
derrumbar mi castillo de naipes a tus pies para que puedas pisotearlo;
no me importa nada, pues soy como el hijo crucificado de cualquier madre aborrecida de serlo,
esperando comprar su libertad.]

Se me escapan las consecuencias de mis actos entre los dedos,
goteando una estúpida mezcla de sangre y desidia: de saber que nada de lo que haga
te hará cambiar de opinión.]

Esa certeza terrible, esa desgarradora y absoluta verdad es la que me hace libre,
nada me importa, ningún acto tiene valor real:
a mis ojos estáis todos muertos salvo ella.

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