lunes, 27 de junio de 2011

Vacaciones, día 4 - Parte I - 00:06

Con la llegada de la noche, de la oscuridad, de esta fría brisa reconfortante que entra por las ventanas de mi quinto piso sin ascensor...... Con la llegada de todo esto, se me olvida lo lentamente rápidos que pasan los días (ya van tres) en este exilio.

Así, esta reinauguración tiene un sabor extraño y familiar, a sal y limón y tequila, a humo de tabaco, a luces en tonos medios, a ropa de cama desordenada....

Así que con la llegada de la noche, de la oscuridad, ha salido la Luna.

2 comentarios:

  1. Así que con la llegada de la noche, de la oscuridad, ha salido la Luna.

    Al dibujarse su silueta en el empedrado de las aceras, los gatos se volvieron locos. Los maullidos se escuchaban más allá del muelle.

    Era una estampa, en principio, anecdótica. De aquí y de allá iban acercándose gatitos. Uno de debajo de un contenedor, otro que salta desde la copa de un árbol, algunos pequeños, curiosos, observándolo todo antes de acercarse. Uno se tumbó en el centro del cerco que dibuja la Luna llena de Julio sobre la acera, y unos cuantos le siguieron.

    Sigilosos noctámbulos escondidos entre los miles de recodos que forman la avenida, poco a poco fueron juntándose. Todos. Cada vez más. Sumando decenas. Todos amontonándose en el dibujo que la Luna, que salió hace un rato, dibuja en el suelo.

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  2. Y más alejado, en un pequeño montículo, una gata de aire anciano y señorial, aún más blanca bajo el fulgor de la Luna, esperaba sentada. Cuando el último gato llegó, y el reloj del campanario más cercano dió las dos, la gata comenzó a hablar. Les explicó a los demás el secreto de la Luna, de la noche, del poder de los sueños.

    De como mucho tiempo antes, eran los gatos los que dominaban el mundo, y eran grandes como gigantes, mientras que los seres humanos, atemorizados sobrevivían en las sombras. De como los humanos, rogando en sueños a la Luna, soñando miles de ellos al unísono habían dado un vuelco a la situación. Y una mañana, todos los gatos eran seres pequeños, y los humanos aparecían gigantes a sus ojos.

    Y por eso, dijo la gata, por eso os reúno hoy aquí, para pediros que soñéis, que soñéis con todas vuestras fuerzas, a la Luna que os hace resplandecer hoy aquí. Si todos los soñamos, será realidad. Y volverán a temernos y repetarnos.

    La gata se quedó un segundo mirándolos, y, en silencio, bajó del montículo y se fue.

    Y todos los demás gatos volvieron a sus vidas, con un sólo sueño en mente.

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