viernes, 1 de julio de 2011

Vacaciones, día 7

Y aquí estamos.

En el séptimo día, dicen, dios descansó. Yo no, nunca he creído mucho en dios, y nunca descanso demasiado. Hoy, creo, no voy a hablar de las cosas que pasan, que pasaron, o que pasarán No voy a hablar de mí, ni de tí,  ni del mundo que me rodea.

No hablaré de estos siete días descritos a ritmo de prosa y metáforas, de las manecillas incansables del reloj, del día y la noche que se suceden, mientras espero y cuido de mis problemas.

No hablaré de estos once días mal contados que me restan para volver a la realidad, ¿realidad?. No sé si esa es la palabra. No hablaré de todo lo que llevamos dicho, o de todo lo que llevamos callado. No hablaré de mi corbata, ni del tabaco o el alcohol. De las comidas a deshoras, del calor, del viento.

No pienso decir una palabra más de toda esta literatura, de todos estos segundos inexactos. No pienso hablar de los gatos. No se me ocurriría mencionar la duda, la sorpresa, los viajes.

La risa, el llanto, los discos, las etiquetas, los comentarios. Hoy no hablaré de ello. No agradeceré las visitas, las alabanzas, el consuelo. No hablaré de las mentiras piadosas.

Hoy, que han pasado siete días.

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