domingo, 5 de diciembre de 2010

Tu nombre pintado en el pasillo

Después de la última calada los ojos caen al suelo
como pasos que esmagan hojas secas,
reflejados en la lluvia de otoño.
Al romper cada mirada escapa tímidamente un recuerdo,
como el viento que aúlla constantemente tu nombre,
empapado en alcohol, cenizas y deseo.
Miles de soles iluminan débilmente con su luz mortecina la tierra
sobre la que caminan infectos de locura y hastío mis hermanos,
asesinados impunemente en la última visita de los dioses:
aves de rapiña reclamando la sangre de los inocentes.
Y el viento sigue susurrando tu nombre,
huida y sarcasmo en forma de palabra que mis labios no pueden pronunciar.
Y mis pies siguen esmagando hojas secas,
como calaveras de los que se perdieron por el camino y formaron una familia.
Después de la última batalla los ojos caen al suelo
como nubarrones que arrastran frío y oscuridad,
reflejados en profundos estanques muertos.
Y tu nombre sigue ardiendo en mis labios impíos,
como cada mañana despertando a esta luz de luto,
como niños recién nacidos arrancados de su padres.
Y tu nombre se repite indefinidamente en esta ruleta rusa,
donde cada disparo es siempre un recuerdo tuyo:
de soledad, de abandono, de sangre.

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