domingo, 5 de diciembre de 2010

El final

Guardo en mis manos un callejón sin salida,
una mórbida idea convertida ya en obsesión,
como un siniestro tiovivo en mis entrañas
que se desangra en la rueda de la fortuna;
un estallido de violencia incontrolada
sobre el que se deslizan la venganza y la sed.
Sed furiosa de ser:
caída al vacío, ojos en blanco,
sal, escombros, huida.
Palabras en piedra y miradas acusadoras,
silencios prolongados que hablan de mí,
gritos que me persiguen y me devoran,
susurros como arcadas y serrín.
Oraciones rotas en pedazos,
el final; el fúnebre disparo.

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