domingo, 5 de diciembre de 2010

No me creo nada de lo que dices,
la seda arde en mis manos como colores que nunca has visto,
¿quién te crees que eres para juzgarme?.
No cambiaría nada,
aunque sí vendería toda mi alma mi vida todo
por sexo. Por amor, por una caricia,
por toda la falsedad que seas capaz de representar.
Todos mis sueños son ciénagas de orgullo y ratas
y podredumbre y ruinas y enfermedades.
Todos los diamantes en las cuencas vacías de las madres
que velan desnudas por sus hijos e hijas,
que aguardan la ternura empapándose de alcohol;
de humo de las fábricas de sueños infestados de ratas,
y ruinas y orgullo y enfermedades y podredumbre.
Y yo me alzo vagamente y te repito:
¿quién te crees que eres para juzgarme?.
No eres mejor que yo.
Y sigues mintiéndome como si eso
fuera a librarte del juicio amañado que nos espera
a la salida del aula del cielo.
He abandonado a mi familia para perderme en la serpiente,
he decidido seguir mi asqueroso y aterrador camino
y ahora ya no puedo volver la vista atrás
para disimular que no ha pasado nada.
Pero por Dios,
¿quién te crees que eres para juzgarme?.

1 comentario:

  1. Este debería ir dedicado a toda esa gente q va de prepotente x la vida juzgando a los demás.
    Me siento muy identificada.
    Gracias x compartirlo.
    No me canso de leer tus publicaciones.
    Un saludo.

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