domingo, 5 de diciembre de 2010

No existe más Dios que la que quiera verse reflejada en mis ojos

Ahora ELLA me arrastra como a una oscura marioneta quebrada,
tirando de mis hilos de tormenta descalza
como si se arrancara un recuerdo inútil y doloroso.
Por eso renazco cada día entre miles de colmillos ardiendo,
abrazando dolorido las cenizas de mis sueños
como si ellos pudieran salvarme de la hoguera.
Así, agitar la Luna en mi copa,
ginebra, hielo y tus ojos clavados en la pared.
Así, mantener mi sonrisa de Joker sin gracia,
austero, perverso, psicópata.
Sin nada más que perder que la propia vida,
y emborronando todo rastro de sentido común,
me paseo impunemente entre millones de zombies enardecidos
a los que la cabeza les rebota salvajemente contra las paredes.
Porque lo he elegido y ya no hay marcha atrás.
Ebrio de tabaco y conservado en alcohol
soy falsamente feliz en un mundo que no es el mío,
donde un monstruo me retiene tentándome con lujuria.
Entonces, perdido entre cientos de alientos semi-humanos, te veo pasar.
Y entonces exploto, ardo, me consumo, reviento.
Y entonces escapas,
te pierdes,
gritas,
desapareces.

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