lunes, 6 de febrero de 2012

Maullidos

Los maullidos bajo las sábanas se transformaron en palabras,
y tus ojos me dijeron que no mentías:
había llegado la hora, y estábamos muertos de miedo.
Me obligaste a quererte,
como tantas otras veces que despedazamos el cielo para amoldarlo a nuestros sueños,
esta vez decidí no huir, cerré los ojos y apreté el gatillo:
y diez millones de canciones se convirtieron en nuestros cuerpos,
y diez millones de flores se arremolinaron en nuestros ojos.
Siento que no siento nuestras nuevas preguntas,
y todo no es más que una fugaz cámara lenta esperando el vacío:
y no existe.
No queda miedo, ni susurros, ni dudas,
salvo no reconocerme en el espejo,
rozando tu nueva piel con mis nuevos dedos, cariñosos de encontrarte,
salvo reencontrarme con este perro abandonado buscando un imposible:
ser un buen gato.

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