sábado, 4 de febrero de 2012

Los días entre el frío y la duda

Hace frío, y la noche se cierne sobre nuestras cabezas,
en un vano intento de cegar lo que somos,
y me aferro a tí,
a tu vida y mi pasado, al tuyo propio,
para descubrir viejas heridas,
para cerrar las nuevas.
Dudo, durante un segundo,
dudo, y no creo que pueda dudar jamás de estos huesos,
de esta piel que ya se confunde con la mía,
de esta manera de ir y venir,
de esta pasión que no se calma con besos.
Hace frío, entre los rayos de sol que nos han alumbrado hoy,
entre las sábanas y las palabras,
dónde he recordado lo que fui hace unos años,
dónde descubro cómo has caminado,
sin saberlo, siempre agarrada a mi mano.
Dudo, dos segundos más,
y la pena y la nada siguen creciendo agigantadas,
pero no me asustan lo más mínimo;
en tus ojos abstractos descubro el poder de tu mirada,
valiente, nítida,
y descubro también mi nueva voz, mi compromiso:
la palabra siempre.
Hace frío, de nuevo, estas noches,
y los días difíciles se convierten en meses verdes,
y el frío se acostumbra a nosotros,
a la luz, la oscuridad, a la risa:
está perdidamente enamorado de la última chica.
Dudo, de mí mismo,
de ser capaz de entender lo que siento,
de amainar este viento,
dudo de preferir la calma a la tempestad:
me siento mejor entre Alicias y conejos.
Hace frío, pero cada vez menos,
y no soporto muchas cosas que creía soportar,
y hago muchas cosas que no creía poder hacer:
hace frío, pero ya nada de eso importa,
estamos trazando una nueva línea al amanecer.
Hace frío, mi vida,
y sé que más tarde hará calor,
sé que nos refugiaremos cada uno en su locura,
en nuestros miedos y obsesiones,
en nuestras penas y recuerdos:
sé que será la única manera de reencontrarnos,
sé que es la mejor manera de querernos.

1 comentario:

  1. LOS DIAS ENTRE EL AZUL Y LA DISCORDIA

    Los silencios congelados en fotogramas de viejas películas,]
    los cafés insatisfechos y las miradas deshechas que se suceden en mi escalera.]
    Me encuentro vencida tantas veces como me encuentro de casualidad]
    y mis ojos huidizos intentan no buscar su reflejo en los espejos incendiarios.]
    Desde la pupila al infinito los luzco teñidos de bermellón.]
    Soy la nueva sombra de la sombra de mi yo olvidado.
    Soy todo lo que no quiero, el verso que rompe el ritmo,]
    la rima maldita que se manifiesta.
    Soy la metáfora que se enrosca en palabas desgastadas de tantos mordiscos.]
    Soy la sangre que se me estanca, el silencio que se escuchaba junto al lago,]
    soy todos los segundos que he perdido jugando a dibujarme.]
    Mi propia espiral de caos, mi disparate incendiario, mi burbuja de acetileno.]

    Los días entre el azul y la discordia se suceden entrecortados]
    y el libro de mi vida tiene ya tres páginas en blanco.
    Me apuro a emborronarlas con mis manos de tinta y me deshago en mis estrofas.]
    Me hago agua que desborda. Por los lacrimales sin medida.]
    Por el ombligo desde las entrañas. Por la garganta abierta, exigiendo bocanadas,]
    aullando dolorida.
    Y sospecho que mis sentencias serán demasiado largas para acogerlas a tus espacios.]
    Y todas las canciones hablan de mis desgracias.
    Siempre tengo el azul en la boca, me lamo y me impregno.]
    Tiño el universo hasta el monocromo eterno en el que me embriaga la pena.]
    Y la discordia es eterna. En cada sonrisa, con mi mueca siniestra, desgrano la tragedia.]
    Soy la nueva sombra de la sombra de mi yo olvidado.

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