miércoles, 20 de junio de 2012

Las habitaciones llenas de zorros

De tanto empujar la tablilla, la metieron hacia dentro, y los gatos se colaron bajo un peldaño, hacia dentro de la escalera.
                              Anabel Bel Bel


Las habitaciones llenas de zorros,
y los zorros cansados de esperar de noche en mi portal,
y los zorros cansados de pasear de noche en tu ciudad,
y los zorros a los que les arrancaron la piel a tiras.
Las habitaciones llenas de zorros,
zorros tristes que se relamen el celo en tus ojos,
zorros cansados de tanta guerra,
buscando tachar ya todos los días de los días que ya han tachado.
Las habitaciones llenas de zorros,
y los gatos ocultándose dentro de la escalera,
dentro de sí mismos,
en el último refugio que les queda sin explorar,
en la última mañana, en la última noche:
y todas las habitaciones llenas de zorros.

1 comentario:

  1. <<...- Nada es perfecto – suspiró el zorro.
    Pero el zorro volvió a su idea:

    - Mi vida es monótona. Yo cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen, y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida resultará como iluminada. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los demás. Los otros pasos me hacen volver bajo tierra. Los tuyos me llamarán fuera de la madriguera, como una música. Y además, mira ! Ves, allá lejos, los campos de trigo ? Yo no como pan. El trigo para mí es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. Y eso es triste. Pero tú tienes cabellos color de oro. Entonces será maravilloso cuando me hayas domesticado. El trigo, que es dorado, me hará recordarte. Y me agradará el ruido del viento en el trigo...

    El zorro se calló y miró largamente al principito:

    - Por favor... domestícame. – dijo.

    - Me parece bien – respondió el principito -, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.

    - Sólo se conoce lo que uno domestica – dijo el zorro.

    – Los hombres ya no tienen más tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres no tienen más amigos. Si quieres un amigo, domestícame.

    - ¿Qué hay que hacer? – dijo el Principito.

    - Hay que ser muy paciente – respondió el zorro. – Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...

    Al día siguiente el Principito regresó.

    - Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; descubriré el precio de la felicidad. Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos.

    - ¿Qué es un rito? – dijo el Principito.

    - Es algo también demasiado olvidado – dijo el zorro. – Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas. Mis cazadores, por ejemplo, tienen un rito. El jueves bailan con las jóvenes del pueblo. Entonces el jueves es un día maravilloso. Me voy a pasear hasta la viña. Si los cazadores bailaran en cualquier momento, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

    Así el Principito domesticó al zorro. Y cuando se aproximó la hora de la partida:

    - ¡Ah! - dijo el zorro... - Voy a llorar.

    - Es tu culpa – dijo el Principito -, yo no te deseaba ningún mal pero tú quisiste que te domesticara.
    - Claro – dijo el zorro.

    - ¡Pero vas a llorar! – dijo el Principito.

    - Claro – dijo el zorro.

    - ¡Entonces no ganas nada!

    - Sí gano –dijo el zorro – a causa del color del trigo.>>

    ResponderEliminar