martes, 19 de abril de 2011

Como un dios

Extrañamente extraña
la última palabra rota,
soporífera estrella vidente
sin dirección a casa.
Corceles en el barranco sin fondo,
atroz es la luz que brota del cielo,
cada muerto se tambalea
y las paredes caen una a una,
como fichas del dominó.
Sin prisa, van llegando
los truenos y el eco de tu voz,
como un dios eterno y furioso,
como un dios pálido y centelleante,
mas a veces como un dios
suplicante y misericordioso.
Pero siempre como un dios.

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