lunes, 9 de abril de 2012

Carnaza

Recuerdo sus gritos y sus lágrimas,
sus ojos vendados, y la garganta enrojecida;
recuerdo sus piernas atadas a la silla,
igual que los brazos, que la espalda,
recuerdo el sonido de los huesos que se quebraban,
de la carne desgarrada;
recuerdo el dolor silencioso,
la pérdida de conciencia, los vómitos,
recuerdo los dedos que se retuercen,
las marcas del cigarro,
la venas, la sangre, las entrañas;
recuerdo la mirada perdida,
el aliento inacabado, los estertores,
la tortura,
el fuego,
el final.

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