lunes, 28 de mayo de 2012

La niña murciélaga

La niña murciélaga se merendó a Batman un día por la tarde,
en pedacitos pequeños,
la niña murciélaga grita y llora por las cosas por las que hay que gritar o llorar:
yo todavía no estoy enamorado de ella,
pero el Joker la adora.
La niña murciélaga se desgañita mientras la sangre corre por sus venas,
convirtiéndose en veneno,
y su batir de alas ensombrece soles finitos y ordinarios.
Me duele su dolor, y a ella el mío,
y nos pedimos perdón cuando nuestros álter ego sonríen,
y nos aullamos, y aullamos a nuestros miedos,
cuando la niña murciélaga y el Joker queman la noche.
La niña murciélaga lloró dos veces y media un día de verano,
ahora llora muchas más veces,
aunque no siempre la veo,
aunque no siempre lo sabe,
y sus lágrimas importan más que todo el mundo:
cuando escribo no siempre consigo hacer temblar sus piernas,
pero siempre tengo presente su espalda.
La niña murciélaga es la psicópata con la que me acuesto a veces,
es la leona que ruge mis mañanas,
es mi vida que empieza cada día desde dentro de mis entrañas:
la niña murciélaga es la cara oculta de la luna,
es el camino largo, y lleno de suerte que siempre había esperado.
La niña murciélaga no es todo lo que podría ser,
pero podrá serlo,
y quiero pasar los días, las noches, los años con ella;
la niña murciélaga se escapó de mis sueños.

1 comentario:

  1. La niña murciélaga es una bastarda. Es un grito y una ofensa. Es la peor de todas las caras. La que menos merece la pena. Habría que mirarla y escupirle. Habría que quemarla en la hoguera, arañarle la cara, arrancarle los ojos, dejarla sola, que se muera de pena.

    ResponderEliminar