domingo, 8 de enero de 2012

Domingo

Quiero ser el marco de tu ventana todas las noches,
quiero ser tu silencio, tu cigarro,
quiero ser los dedos que se deslizan vientre abajo.
Quiero ser mucho más de lo que nadie ha sido,
ni será,
quiero poder perderme un poco en el olvido,
para que el reencuentro sea mucho más intenso,
recordando tu cara, tus labios,
quiero hacer todo aquello que quieres,
quiero reir, jugar y soñar.
Quiero quererte bajo el cielo,
y bajo inconclusos techos de madera,
y bailar, abrazados, y susurrarte canciones que me gustan,
que me recuerdan a tí,
quiero ser el marco de tu ventana,
y que seas la barandilla de mi terraza:
quiero creer que el futuro empieza aquí.

2 comentarios:

  1. Hoy estaba dormida, y ni los cigarros ni los cafés consiguieron despertar mis ojos de las ensoñaciones que cuezo dentro, a fuego lento, poquito a poco.

    Y no hubo reencuentros esperados, tal vez como deberían ser los reencuentros. Y quise jugar poco, y reír poco, y soñar menos. Y no estuve triste, pero tampoco me asomé a la ventana.

    Y dibujé en susurros que no interpretas un futuro que me estremece un poco. A veces de frío, a veces de pasión y a veces de tristeza. Me imaginé días verdes y rojos y negros y blancos y escalas de grises.

    Y no fui quien soy ni tú lo fuiste. Y nos perdimos un poco en el olvidar el olvido. Un segundo exacto, un instante inconcluso. Justo antes de irnos.

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  2. Lo siento. Me consumo lentamente, ya no ardo. Y siento no interpretar muchas cosas, siento no agarrarlas de la mano, y correr. O agarrarlas del cuello.

    El mundo, tan brillante hoy, había nacido oscuro.

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