martes, 3 de enero de 2012

De esclavitud y de cadenas

Queriéndote como ya no se estila,
sin una gota de decencia,
me casaré contigo
todas la veces
siempre que sea estrictamente necesario.
Porque eres en mi caso
lo que la fe suele ser
para los desesperados:
quizás superstición,
quizás vocación
de suicida incandescente
sin una sin una gota de cordura.

Si pensara menos con la cabeza,
menos con el corazón
y más con la entrepierna:
el triunfo del amor,
en estos tiempos de pena y olvido
el vino y la miseria
devolvieron a mi casa
la flecha arrojada,
la palabra ya dicha,
la oportunidad despeciada:
la vida pasada
que no volverá
y es un hecho.

Te fecundaría
con simple pensamiento de amor,
para algo ha de servir este dolorque siento,
lo siento,
esta pálida tristeza de deseo:
de esclavitud y de cadenas,
no me importa saber quién soy,
si es que soy alguien,
o aprendiz de puta,
o crucigrama sin resolver,
esta pasión de enredadera,
de cumbre o precipicio
de cilicio o mansedumbre.

Si pensara menos con la cabeza,
menos con el corazón
y más con la entrepierna:
el triunfo del amor,
en estos tiempos de pena y olvido
el vino y la miseria
devolvieron a mi casa
la flecha arrojada,
la palabra ya dicha,
la oportunidad despeciada:
la vida pasada
que no volverá
y es un hecho.

Enrique Bunbury

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