lunes, 31 de octubre de 2011

Noche de difuntos

La última noche de difuntos escapa mientras acaricio tu piel de cementerio,
mientras bailamos en la cornisa, acariciando el viento,
y cien sombras asustadas nos persiguen envidiando nuestros pasos.
Se mecen juntos tu sonrisa y mi extraña cola rojiza,
mis pies de lobo hambriento y tus ojos,
tus ganas de vivir a contracorriente y mi deseo de acabar con todo:
esta extraña felicidad sin motivo me desorienta,
la caída resulta mucho más insoportable.
Así, arrastro y araño estos barrotes de lunes,
confundido por el resto de monstruos insomnes que me rodean,
y veo pasar el resto de tu vida, sin tocar siquiera mis sueños:
nuestros aullidos ensordecen el cielo,
el mundo se desmorona en nuestra cama.
En esta última noche de difuntos trato de reencontrarte,
intento redescubrir la grieta lamiendo en tus alas,
busco la miel en tus hombros, la brisa en tu pelo,
aunque sé que ya nada importa:
estoy solo, cansado, triste, despierto.

domingo, 30 de octubre de 2011

Lobos

La jauría de lobos que acecha a nuestro alrededor
se esconde de tu cabellera rojiza,
del pulso tembloroso en tus muñecas,
recordando y soñando conmigo:
te llevo de la mano, entrelazando nuestros dedos.
La sorpresa en tu cara, la sonrisa en tus ojos,
también el miedo:
los lobos, el agua y los espejos.
Es por eso que no me sueltas la mano,
es por eso que yo no suelto la tuya,
los restos de nuestra sonrisa,
tus pies de puntillas al abrazarme:
nuestra fotografía.
Y es por eso que nunca huyes de mí,
y es por eso que jamás dejo de buscarte,
las palabras escritas a lápiz,
lunas, gatos, tijeras, aullidos:
lobos, los lobos, los lobos.

Círculos

No queda sitio para tí en mi vida,
no habrá más noches para tus sueños,
perdóname, dijiste,
pero no había nada que perdonar:
tan sólo ya no me querías.
El reencuentro y la lluvia no cambiarán mi mirada,
mis pasos no vuelven atrás,
mis manos no buscan consuelo,
quizás ahora ya no me importas:
tan sólo aún te quiero.

lunes, 24 de octubre de 2011

Cumpleaños

Un huracán perdido en un callejón abandonado,
esperando el primer café: quizás sí lo hago para que me mires,
atornillando los clavos en mi ataúd de seda y tinieblas,
recogiendo los pedazos de este mal sentido mañana.
Quizás mi voz no sea la voz de ese viento ensortijado en tus días,
y esos mismos días, quizás, no sean del todo ciertos:
siempre hubo noches de luna llena peores y tristes.
Una espesa avalancha de verdades mal pronunciadas entre el papel,
la rutina de planificar el miedo y la duda: las noches insomnes frente a la llama,
repitiendo una y otra vez el mismo rasgueo bastardo en mi guitarra,
fumando inquieto en mi terraza.
Tal vez sea ese mismo cumpleaños esquivo que tengo clavado en la una,
y esta búsqueda de una bomba de relojería perfecta,
que destroce lo único que resta por destrozar:
ella será la que lleve de la mano al lobo hasta su propia suerte.
Entre la flora fraudulenta que nos alimenta a diario escarbo buscando lo inexcusable,
la mentira, por favor, la mentira,
la verdad es demasiado real: aquí, ahora.
Y la grieta en la pared se va haciendo demasiado perfecta,
demasido incendiaria y preciosa:
casi puedo acariciarla en estos 180 gramos de vinilo negro y adusto como tus ojos.
Así, entre la huida y el agujero,
Alicia y el conejo se han visto perdidos,
alumbrados tan sólo en la oscuridad por la sonrisa irredenta del gato.

domingo, 23 de octubre de 2011

La lluvia

La copa vacía en tristeza y el lápiz tirado en el suelo,
los perros que siguen ladrando mis pasos bajo farolas apagadas,
y esta noche que no quiere irse.
Escribiendo la palabra única y exacta que defina tus dibujos,
y la indefensa lágrima que los emborrona,
otorgándoles una nueva vida: un disparo, la luz, el final.
Evitando encontrar en la huida una última frontera,
y ofrecer un nuevo cigarrillo a tus labios de ginebra azul,
a tus ojos una nueva semana de días y noches y sueños inconclusos:
sentarme con la niña que esperaba sola en su jardín bajo las estrellas.
Soñé que me moría y desperté confuso en una cama que no me quería,
buscando el final del cuento,
el principio de un nuevo poema:
la lluvia.

sábado, 22 de octubre de 2011

Dumb

El ruido de los cristales rotos dentro de la fotografía,
la canción sonando estática: "hay una estela de ausencia,
de coincidencia literaria...".
No creo ni una palabra de lo que me dices,
porque no me lo dices a mí, sino a tí,
igual que yo tan sólo hablo conmigo de tí,
y contigo de mí.
Me importa cada vez menos cualquier cosa,
porque creo que ya soy tan feliz como estúpido,
y el abismo es tan sólo el abismo,
y la caída pornografía barata.
La amenaza nunca había sido tan real,
y, al mismo tiempo, tan insignificante,
tan cotidiana, tan fúnebre, tan preciosa,
tan bien escrita.

Los pasos en el laberinto

Mis pasos en el laberinto buscando la salida me han llevado a encontrarte
y perderte,
me han llevado de vuelta al alambre, a a la navaja,
a los marcos de fotografías vacíos,
todos los restos de casa que voy arrastrando en mi huida.
La manera de encarar los recuerdos,
de transformarlos en polvo y que desaparezcan,
la carrera a través de la luz de mis cortinas,
mis ojos,
la sensación de vacío estando solo,
la sensación de soledad cuando estoy contigo:
ya no recuerdo tu nombre.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Algo pequeño y asustado

Mi mirada recuerda los vientos antiguos y libres,
el mar, las flores en minifalda, la risa y la palabra ahogada:
algo pequeño y asustado que aún no encontró su lugar.
El día se bate en duelo, entre el sol y la lluvia torrencial,
como nosotros mismos en octubre:
brillamos, y también llovemos.
Un paseo entre horas, bailando días inútiles,
como una semana acribillada, triste,
15 minutos de gloria y 10.000 noches de penitencia,
hibernando sombrío entre el alquitrán y el abracadabra,
ahora es la luna quien aúlla a mis lobos quietud y esperanza,
y sé que llegará el final,
cuando anochezca, me arrepentiré del amanecer,
echaré de menos la vida,
los disparos y las sonrisas,
y me iré como algo pequeño y asustado,
que no encontró su lugar.

domingo, 16 de octubre de 2011

Blood

En la última línea empecé a vivir,
perdido, descubro la sangre en mis zapatos,
la sonrisa en tu cara:
hoy eres mi cuadro de Van Gogh favorito.
Un nuevo paseo bajo las estrellas,
acompañado del mundo,
mi traje tirado en el suelo y en la barra,
la sangre en mis zapatos otra vez.
Palpo mis bolsillos buscando un nuevo cigarro,
y la llama, la llama me arranca,
disfruto el silencio de la primera calada mientras pasas a mi lado,
encendiendo la noche, iluminando el cielo,
aún te acuerdas de mí,
aún te recuerdo:
la sangre en mis zapatos.

jueves, 13 de octubre de 2011

Las tres formas de encarar octubre

Cristales y sellos, el ruido al caer en vacío,
al posar el vaso, el cenicero, el suspiro,
y todas las miradas de reojo, fijamente,
llevan al mismo lugar: la sonrisa,
a la estupidez independiente, la fe del incrédulo.
La nueva canción que suena una y otra vez,
al amanecer y al anochecer,
como todas las cosas que no entiendo,
y no me esfuerzo en comprender:
ahora me dedico a respirar,
a vivir como si cada día fuera el primero,
nunca el último, no, nunca, jamás.
Últimamente todo tiene una segunda oportunidad,
y el esfuerzo compensa el trabajo,
la comida, los sueños, las escaleras:
lloran cuando bajo por ellas,
esperan silenciosas mi llegada.
Y el alcohol nubla parte de todo esto,
probablemente agigantando mi sonrisa y mi buen humor:
perdón por ello, perdón por todo,
pero ahora vivo yo.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Esperando el final

Esperando el final,
sólo busco hacerte el amor a escondidas en un aula vacía,
destrozar tu ropa interior, sofocar tus gritos,
tratar de que no me mires con vergüenza después de hacerlo,
como si no nos conociéramos.
Esperando el final,
aparto con desdén todo lo que no sea tus ojos,
tu boca, tus hombros y tu sonrisa,
toda la verdad susurrada a gritos,
todas las mentiras calladas, enterradas en el olvido.
Esperando el final,
desdibujo en sucias palabras todo lo que quisiera haber dicho:
tú no eres ella,
yo no sé quién soy.

Los días festivos

Me despierta el despertador, tarde, y me sobrevuela el sonido de fuegos artificiales sin luz, como disparos al cielo. Últimamente no me fío de mí, y pongo un disco con canciones en francés, y veo anuncios. El festivo tiene pinta de querer largarse lo antes posible, sin dejar huella, para dejar paso de nuevo a la noche y al despertador.

Me siento a fumar, sólo, y busco desesperadamente reencontrarme conmigo mismo en la noche de ayer, feliz, para tratar de avanzar y encarar los días que me quedan. Recuerdo palabras y razones, y cervezas. Y me río recordando situaciones extrañas, y situaciones límite. Y lloraría si no fuera capaz de hacerlo.

Alguien me dijo una vez que el mundo nos aprisiona y se nos viene encima, que sólo nos sale llorar. Yo me encierro en un agujero horrible, donde lo convierto en un lugar aún peor.

Ahora ya no puedo, no me creo nada de lo que digo. Sé que siempre habrá una palabra esperándome, una sonrisa extraña e independiente, un nuevo día.

Aunque no sea festivo.

lunes, 10 de octubre de 2011

Pisadas

Hay días que suenan mucho más cálidos y transparentes
en tu voz aterciopelada,
y miles de destinos se entrecruzan en el cielo,
dejando rastros rojizos paralelos y perpendiculares
como frases inacabadas en mi memoria de cristal.
Araño con ellas los días, parte de las noches,
ensayando en este teatro vacío que hoy son mis ojos,
mis palabras, mis silencios,
nunca descubrí lo que hiciste con el piano,
con las canciones, con los trofeos.
Escapo de la última película de terror,
y paso por distintas fases:
contagio, risa, vulnerabilidad, afecto, odio,
y anido tembloroso entre lugares desconocidos y mi propia casa,
vacía, y llena de gente, y vacía otra vez.
Contar los escalones, como contar mis pasos,
y tararear viejas melodías, y reencontrar el agua:
hoy añoro mis zapatos, mi corbata, mi vida.

viernes, 7 de octubre de 2011

Aún puedo hacerlo peor

Hoy, otra vez

A todo el mundo, que me quiere tanto,

Alberto

Hoy, a todo el mundo, que me quiere tanto,
me da igual.
Hoy no me quejo del mundo ni de vosotros,
me quejo de mí:
por estar vivo a vuestro lado,
cuando debería estar muerto.
Hoy, que otra vez he llegado a casa sólo,
alimentado con la esperanza del mañana,
me da igual.
Hoy no quemo nada,
no insulto,
no lloro.
Hoy no miento, no quiero,
no amo,
no escribo.
Hoy arranco, corto, despedazo,
hoy subrayo, corrijo, escupo.
Y me sigo viendo como soy, no te engañes,
no os engañéis,
escribí que borracho sólo tengo menos vergüenza,
mentía: sólo tengo menos sed.
Me sobran pisos para matarme,
y me sobran cuerdas y cuchillos y venas que cortar:
me falta valor,
sigo siendo un cobarde.
Sigo siendo lo que soy,
lo que fuí y lo que seré:
el silencio,
dios mío, el silencio.

jueves, 6 de octubre de 2011

These days - Part II

Estúpido sabor en la boca, como de cerveza y hastío,
como sexo y carne mal vendidos,
como el silencio y la mentira:
poco a poco la luna se va haciendo mía,
en un sonido de insecto quebrándose bajo la suela de tus tacones.
Y humo de siesta colocada y rodeada de amigos,
y latas vacías alrededor,
temiendo perder algo que no tienen
por hacer algo que no están haciendo:
pensar palabras que no existen, revivir gatos muertos.
Un miserable cristal ceniciento,
me veo sentado en el sofá con el cinturón de mis vaqueros desabrochado,
y una camiseta blanca,
fumando lo que no debería haber comprado:
olvidando comidas y cumpleaños.
Una risa terrible y el hombre que vendió al mundo,
un lento caminar de día de difuntos,
algo más,
todavía,
algo que quizás,
debería,
haber olvidado.

These days

Hoy, por la mañana, un monstruo enorme me aguardaba en el pasillo,
y tuve que matarlo;
la ducha no limpió mis ideas ni mi dicción,
y el resto de la mañana fue un desafío a la lógica.
La última hora patiné en dos ideas esperanzadoras,
la comida estuvo riquísima, y el postre:
y me morí un poco,
y me ví como hacía años que no me veía: real.
Escapé, y la tarde transcurrió sola,
entre conversaciones de relleno y risas enlatadas,
y aún me sentía muerto.
Recogí un cuadro, una orquídea, y los regalé,
y encontré dos discos de vinilo más:
ahora ceno a media luz tarta de ausencia y naranja.
Fallé el tiro, a eso me refiero,
falté a mi palabra:
nunca volverá a pasar,
tengo dos copias de las malditas llaves de mi casa.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Quizás

Quizás, los perros sólo sean perros que me ladran,
y no los sueños que me atormentan desde que no duermes conmigo;
quizás, la chica que se fue, sólo sea una chica marchándose en silencio,
y no mi princesa de cuento de hadas alucinado:
quizás, esta montaña de sinceridad y recuerdos sólo sean platos sucios apilados.
Quizás, estas palabras, sólo sean la firma y sello de mi testamento,
y no la declaración de amor perdida de mañana,
y, quizás, sean aún menos que nada de nada.
Quizás, este camino de ida sin vuelta acabe escondiéndose de mí,
en un asombroso y esquivo zig-zag entrecruzado:
quizás, las colillas en el cenicero sólo sean colillas, en un cenicero,
y no los restos de una conversación y un capítulo inacabados.
Quizás, mi mundo sólo sea un mundo perdido en un segundo,
esperando el cambio, aterrorizado, en un oscuro rincón;
o quizás mi mundo sea la oscuridad misma del rincón,
el tiempo y el segundo mismo y exacto:
quizás yo mismo sea el terror.

martes, 4 de octubre de 2011

Maneras

Me muero, y te mueres conmigo,
dejando un rastro de agujas y maneras,
de forma que cada beso es uno nuevo,
cada caricia amanece en cementerio.
Me muero, y te abrazas a mí,
apartando la vista mientras fumo,
y un sinfín de carcajadas nos acechan,
hay días que no tienen noches,
hay noches que no tienen fin.
Me muero, y lentamente te arrastro,
porque no me importa perderme maradentro,
y la tierra tiene un nuevo sabor, un nuevo olor,
y, como tú, lo hace sonriendo.
Me muero, y me besas muy despacio,
tratando de retrasar el adiós,
y no me importa ya nada,
me pierdo, si vienes conmigo me voy.

domingo, 2 de octubre de 2011

Octubre

Si repaso las líneas de tu boca y tus palabras
recuerdo la forma que tienes de cruzarme la cara,
soñando en tres colores: rojo sangre, miel.
Si busco las marcas de tu liguero bajo tu falda
encuentro caminos marcados a fuego y nieve,
la manera más fácil de encarar el pasado: enterrar el futuro.
Septiembre se pudre en tres días absolutos,
y escarbo con las uñas tu carne fantasmal,
tendida en una cama abandonada y sobria,
gris, me muerdes los dedos que antes chupabas,
sonrío, te beso, me cruzas de nuevo la cara:
ya no nos queremos, me dices riendo,
la verdad no nos hará libres, escupo,
y nos apartamos a un tiempo, repelidos por la misma sensación:
hastío, orgullo, trabajo y octubre.
Así que enciendo un cigarro y apago otro,
y colecciono botellas de agua vacías:
si las miro de frente puedo ver en ellas la marca de tus ojos.
Noviembre bastará, piensas en silencio,
y no cabe nadie más en el sofá:
llevo medio día durmiendo en el cielo,
llevo una semana sin dormir.
Mi cigarrillo se apaga en mis labios adormecidos,
y me tiembla el pulso lo suficiente:
en el espejo, y al otro lado, las dos Alicias siguen riéndose,
lesbianas, y esta vez, colocadas.
No hay nada más bello que la puesta de sol,
y los perros que aúllan a lo lejos,
y el acero de día nublado que trae hoy tu sonrisa.
Esta estupidez de lunes ahorcado entre cartas y excesos,
esta triste manera de decir encadenados,
esta vez sí, este disparo, este reflejo,
esta lágrima suplicando consuelo.
Y escribo tranquilo garabatos,
los diez mil graffitis anárquicos y políticamente incorrectos
que quieres ver en las paredes de tu mundo:
siguiente, es la palabra más repetida, siguiente.
Así que decido volver a la cama, ahora vacía,
para seguir sin dormir una nueva semana,
y hay un sobre vacío en ella, y me recuerda al vacío en sí:
a mi casa, a mí mismo, a la nada.

Exorcismo

Existen canciones que dicen en idiomas extranjeros que aún me amas,
o que aún te amo,
como si esas palabras tuvieran algún sentido en mi mundo.
El mundo que se extiende a mi alrededor no entiende de amor,
y ni yo mismo lo entiendo,
no aquí, no en nuestra cama,
mucho menos en forma de palabras escupidas en este viento eléctrico.
Pero sí comprendo muchas de las sonrisas y los abrazos,
y sobrevivo, a duras penas,
veo las huellas en la arena y en los árboles,
el humo de nuestro cigarro,
y siento un tartamudeo en mi mirada triste y olvidadiza,
tan sólo fruto de esta extraña mezcla de palabrería y orgullo:
lo más importante es mantenernos paralelos,
no asomarnos a la terraza,
disparar a las gaviotas y los insectos.