martes, 27 de septiembre de 2011

La última vez

La última vez que me suicidé desperté entre tus piernas,
absorto entre la bruma y los crímenes sin resolver,
cabizbajo, aún somnoliento,
lamo tu sudor frío mientras duermes envuelta en pesadillas,
y me descubre nuevas sensaciones, y también antiguas.
Despiertas, aún intranquila, pero excitada,
y rememoras los besos que me dabas cuando no me querías,
cuando éramos lobos.
La última vez que me suicidé estabas conmigo,
sujetando mi mano frente al fin,
y no nos hicimos viejos frente al televisor:
volveremos a vernos, dijiste, y no mentías.
Resquebrajé un poquito más tu alma y tu sexo,
y corrimos juntos hacia el amanecer, escapando de la noche,
tu corrías más que yo, y reías, y llorabas.
La última vez que me suicidé,
encontré una casa vacía, nubes muertas y la noche absoluta,
y recordé mis mentiras, la verdad, el silencio,
el aire frío en nuestros pulmones de acero y sangre:
la misma sangre que lamo ahora desesperado:
tus ojos se cierran, y comprendo no volveré,
ya no nos queremos.

lunes, 26 de septiembre de 2011

El humo de nuestro cigarro los lunes al sol

No vas a trabajar en Alemania, ni en Portugal, y espero que no tengas que trabajar en Vietnam. El coche de empresa es un lujo frío e impersonal, y la gente educada te dará dos besos para saludarte, aprovechando el momento.

El mundo hablará de mí, de tí, de lo que le dé la gana, resaltando los detalles imperfectos y espectaculares que nos definen, y habrá miedo y derrotas, sonrisas y victorias, palabras y animales, mi pecho y mi corazón se aceleran cuando tan sólo lo pienso.

No espero que ganemos nada, porque nadie debería decidir quién pierde.

Yo, modestamente, barro muy mal, y me lleva mucho tiempo, y aún así no tengo una chapa que ponga JEFA.

Odio a los doctores, a la gente responsable con pocas responsabilidades, a los encargados, pero siempre que puedo te pido perdón. Y me gusta mucho que la gente sea quién es, que sea descuidada y desenfadada, que se manche con pintura, o con salsa de soja, o de curry.

Sé que nos sobrevaloramos, y nos hacemos la pelota, y todo nos parece genial. Y cuando se me acaba el mundo, y estoy cansado, y no puedo mirarme al espejo, siempre encuentro un sitio por aquí para sonreir. Y adoro muchos pantalones, flojos, largos, cortos que dibujan mucho menos que una casaca azul que suena a Sgt. Peppers. Porque eres así, y no podrías ser mejor, de esa manera tan simple.

Somos complicados, neuróticos, obsesivos. Somos obreros de la palabra. Sólo pensar en tus lágrimas, se me encoge un poco la vida, y el sol. No puedo evitarlo, las canciones por los que lloramos no son mi especialidad.

Sé que muchas de mis palabras no cambiarán nada, pero quisiera que esta triste manera de escribirlas, en lugar de pronunciarlas, te recuerden todos los detalles que la vida trata de ocultarnos, con esa manera tan real de decir las cosas.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Confesiones

Sé que me pasa con todo, aunque trate de disimular.
 
Con el tabaco, con la coca cola, con el café descafeinado que tanto odio y que bebo igual.
 
Sé que me pasa con los cigarrillos (adulterados o no). Siento algo parecido cuando repaso algún verso antiguo, cuando escribo uno nuevo, cuando rompo la cadena que los une.
 
Sé que me pasa con muchas canciones. Esas canciones que suenan una vez, y otra, y otra ... y que dentro de mi cabeza se convierten en la banda sonora de nuestra vida; como esta última, que pone música a muchas de las fotografías que han conseguido huir de mis sueños.
 
Sé que me pasa con la luna, con las conversaciones nocturnas, con las preguntas indiscretas.
 
Sé muy bien que me pasa con todo. Perdona si sobre todo, contigo.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Primer sábado

Nada más irte, al cerrar la puerta, suspiro. Y pienso en que, pase lo que pase, no debo asomarme a la terraza. Y mi casa me da un poco de asco, así que cojo el teléfono y escapo de allí, aunque me aterra regresar. Y llego a otra casa, llena de gente, y no evito escribirte una verdad pequeñita, como todas las últimas. y veo algo de fútbol, y pido de cenar, y me río, y hablo con la gente de cosas mucho menos divertidas, románticas, mágicas, especiales.

Me conecto un rato, escribo tratando de devolver el favor, de devolver el milagro. No dejo de pensar en cada palabra, cada cigarro, cada silencio. Me gustan mucho nuestros silencios, que acaban casi siempre con mi nueva frase preferida, o con una carcajada, o con una nueva taquicardia que me obliga a decir algo.

Así que, a pesar de que no estoy para estas cosas, dejo un post nuevo, para ver si te arranco una sonrisa, y si  aparece algún comentario.

P.D. Me cuesta, pero decidiré la película, lo prometo. Mañana será el día.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Vacaciones - Parte II - Día I

Hoy mi terraza es mucho más cariñosa conmigo, y me pregunta quién eres: "Nadie", le digo sonriente, y termino el cigarrillo. Noto esos ojos nerviosos y cuchicheantes por todas partes, que esperan que escriba lo que tengo en mente, que ponga un disco, que hable solo. Pero hoy no tengo las palabras, y no tengo la prisa, la preocupación, el anhelo...

Disfruto un poco más de cada segundo, y no se me va esta sensación de trabajo bien hecho, de encuentro, de risa y silencio. Y termino una cena más exótica de lo normal, y las paredes tienen otro color, más humano. Y no se me acaban las ganas de reír, y de celebrar mañana un nuevo viernes, con una vaga esperanza en el futuro, y una reencontrada fe en el pasado.

Así que a falta de poesía lo suficientemente especial, rebusco en palabras llanas y corrientes, como en los viejos buenos tiempos, de cenas a deshoras y café por la mañana. Ha caído otro récord, enhorabuena.

Gracias, de verdad. Muchas gracias.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Tres, dos, uno ...

Vueltas y más vueltas, no quiero dejarlo escapar. Pero tampoco escribiré nada de lo que no me enamore. Un poco más, sólo un poco más.

Acabaré escribiéndote.

martes, 20 de septiembre de 2011

Cerrado por derribo

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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Mis palabras

Cuando hablo contigo, no digo nada que no quiera decir,
y callo cientos de cosas que quiero decirte.
Mis palabras ocultan parte de la verdad,
y mi silencio habla más de lo que debería:
todo viene a decir "te quiero".
Y son como todo lo que hemos hecho,
lo que no hicimos ni haremos jamás,
como nuestras mentiras, nuestros sueños,
son como nuestras alas, nuestros cuerpos,
como tú y yo, nuestros besos:
todo viene a decir "te quiero".

domingo, 11 de septiembre de 2011

Cuando te vas, una parte de mí quiere irse contigo

Cuando te vas, una parte de mí quiere irse contigo,
y no volver nunca.
Visitar paraísos perdidos y verlos arder,
cruzar la línea de lo prohibido,
cruzar un puente a la carrera,
volar el parlamento, que me cojas de la mano.
Y grabarte en video mientras duermes,
y mientras estás despierta,
elegir cien sitios más en el mapa,
viajar en tren, escuchar música.
Supongo que hacer autostop, beber,
fumar de noche en un campo verde y amarillo,
encontar un río,
una playa, el mar, la arena mojada.
Cuando te vas, una parte de mí quiere irse contigo,
pero la otra prefiere quedarse,
imaginar lo que podría haber sido.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Una canción triste

En el momento exacto entre el ruido y el adiós,
en medio del huracán,
intermitente entre el cigarro y tu sonrisa,
entre la mirada rota y la piedad.
Cuando me coges la mano entre tus rodillas,
y te mesas el pelo,
en el instante inquieto que nos separa,
en la noche, en el cielo,
Pienso en tí como un susurro,
como un lienzo por descubrir su final,
como fotografías en blanco y negro,
como un gato intentando arañar.
Pienso en tí y ya no pienso,
y el instante del que hablaba se vuelve oscuro,
imagino una luz a lo lejos:
eres la línea que separa al mundo del mundo.
Un flaco favor hecho al olvido,
la carcajada en el entierro,
la lágrima en la cara del joker,
la rima en la que a veces me pierdo.
Y ese instante que tiembla asustado
no reconoce otras vidas, otros acantilados,
son mis sílabas, mis palabras, mis frases,
una canción dedicada a los que lloramos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Un cuento

Perdido entre estos renglones acaricio tu cariño, y rememoro el olor de tus días, de piel blanca y dorada, de rizos, de sonrisas amargas. Jugueteo con mis sílabas hasta encontrarte, y escucho atentamente cada palabra que pronuncias, respondiendo muy bajito para no asustarte: como si tuviera miedo, y puede que lo tenga. No quiero mentir, y quiero que lo sepas, habría mentido si me lo hubieras propuesto, hoy no, hoy hubiera disparado de haberlo necesitado, nos darían por muertos, México hubiera sido nuestro.

Y escucho ahora tu risa al pasear sobre estas líneas, o por lo menos eso imagino, tenemos dos destinos opuestos, dos horarios de trenes sin sentido, dos disparos abiertos. Por eso hoy, escribo estas líneas que tanto aborrezco, porque deben tener algo bueno, que yo no sé reconocer. Hoy tiro el planeta al suelo, esperando recoger cien pedazos de nada más, esperando encontrar tu reflejo: te lo digo, México hubiera sido nuestro.

martes, 6 de septiembre de 2011

Mi fe en el mundo


Mi fe en el mundo se reduce a un pájaro en llamas,
a tu voz y a tu risa,
a mi propia fe, a mi casa.
La encuentro distraida en una pintada,
sentada en una esquina bajo la lluvia,
viéndote pasear descalza.
Alguna veces llora desconsolada,
y no sé qué decirle,
yo también te observo,
sentado bajo la lluvia.
Algunas veces se ríe a carcajadas,
y se duerme pensando en tí,
como todos.
Mi fe en el mundo se reduce a miles de detalles,
divertidos e insólitos,
que me recuerdan lo poco que importa ya todo.
Mi fe en el mundo se reduce a tí.

En mi ventana

                                 "Méceme con el impulso de tu risa,
                                  arranca mi máscara de tragedia..."
                                                                        Enrique Bunbury

Hoy, perdido en el campo de batalla vacío,
quiebro lentamente dos de mis cien pasos,
recordando el momento exacto
en el que mis labios buscaron tus mejillas y tu nuca,
en el que tus labios buscaron la primera excusa.
Y me río solo, llorando,
en este cementerio de instantes consagrados,
de caricias furtivas, de vestidos de flores:
todavía persigo mi niñez entre tus brazos,
mi vértigo entre tus sombras,
mi forma de ser entre todas los que nombras.
Porque extraño tus palabras mágicas,
tu polvo de hada, tu risa de duende,
y no encuentro mucho entre todas estas caras,
entre todas estas sonrisas barnizadas a contracorriente:
todavía te sueño en mi ventana,
todavía te sueño en mi alma.
La pregunta va y viene con trote de caballo ciego,
envuelta en niebla, rencor y miedo,
y me quema en los dedos esta culpa mal aprovechada,
nunca te dije que te echaba de menos,
nunca te dije te quiero.

La mirada perdida


Hoy he soñado con tus ojos,
mucho más vivos y huidizos de lo que creía recordar,
y he pensado en todas las veces.
He escuchado de nuevo en el viento el sonido de tu voz,
contándome historias reales y secretas,
que yo imaginaba escritas tan sólo para mí.
Y ya no me entristece este miedo, esta soledad,
y no pienso en los planes que hicimos juntos,
sabiendo que no los cumpliríamos,
ni todas las comidas que desperdiciamos.
Hoy recuerdo cada momento de tu vida en mi vida,
cada sonrisa.
Hoy he soñado con tus ojos,
y sólo quería que lo supieras.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Pasos

Tan sencillo como cogerte de la mano y tararear,
y que me mires con tristeza,
hay un mundo en mí que arde y se consume cada día:
la pérdida, el reencuentro, la llama.
Todo posee un punto de cataclismo,
crisis no significa más que cambio,
el problema reside en el miedo:
no quiero quedarme atrás, sólo.
Mi grito de auxilio no reclama auxilio,
ni atención, ni compasión:
sólo es el reflejo de mi reflejo.
No llores por haberme perdido,
nunca me has encontrado,
nunca nos hemos encontrado:
nada es realmente real, no podría serlo,
necesito soñarlo,
necesito que seas mi sueño.

200 entradas

Hoy, estaba tratando de escribir un poema para la entrada nº 200, para ver un poco por dónde iba todo esto, y dónde me había llevado. Llevaba unos diez versos, y me paré a releerlo: era tan malo, tan vacío y estúpido que parecía hecho a propósito. Y me sentí avergonzado, por todo el tiempo que he perdido en escribirlo, en corregirlo, en leerlo. Y me entristece pensar en todo el tiempo que habré desperdiciado con los demás, y en el tiempo que habrá perdido el que los haya leído.

Y soy tan sumamente infeliz que me doy miedo. Me doy tanto miedo que no puedo ni dormir, y sólo hago cosas estúpidas y superficiales, como si me importaran.

Y la verdad es que me importa todo tan poco, que ya nada tiene mucho sentido, y sonrío mucho más, por no arrancarme los ojos. Y echo de menos todo, todo absolutamente, y todo lo que hago ahora no me sirve de nada. No siento ya nada de lo que escribo, así que no vale de nada.

Tenía el agujero, y la tierra. Hoy he escrito mi lápida.